27 de mayo de 2012

El Reino de Hierro

Cristopher Clark
Iron Kingdom: The Rise and Downfall of Prussia 1600-1947
(El Reino de Hierro: auge y caída de Prusia, 1600-1947)

Penguin Books, London 2007. 
777 págs.


Hay gente que disfruta leyendo novelas de fantasía, pobladas de elfos, trasgos y algún dragón que otro. Suelen ser colecciones de muchos volúmenes, pentalogías o aún mayores, acompañadas a veces de apéndices explicativos de los mitos fundacionales del mundo de X o de las genealogías de las dinastías reinantes, desde que los dioses mandaron a los hombres, de una patada en las posaderas, a poblar el mundo y llenarlo de crímenes. "Crea una mitología completísima", dicen ante mi asombro de que sean capaces de deglutir tantos miles de páginas -menos mal que la digestión es ligera, el nivel de la prosa es "mi mamá me mima"-, sin reparar en que, en el mejor de los casos, ese mundo de fanasía no es más que un refrito de la mitología germánica, metiendo un par de sagas nórdicas para mayor alimento.

Líbreme Tor de censurar esa fuente de entretenimiento; sin embargo, yo prefiero obtener mi dosis de aventuras de los libros de historia. Tropecé con una recomendación de "Iron Kingdom", creo que en The Economist, me hice con la edición en tapa blanda, y, tras un par de meses de lectura intermitente, misión cumplida.
Cuenta la historia del Reino de Prusia, desde los tiempos en que los Hohenzollern se hicieron con la Marca de Brandenburgo y la unieron a su colección de herencias y adquisiciones varias. Hay muchas guerras, tribulaciones que estuvieron a punto de hacerlo desaparecer y también algún rey decente (o, en este caso, Gran Elector), que dictó leyes sabias, saneó la economía y fortaleció el ejército, dejándolo preparado para vencer a orcos, trolls y demás tribus hostiles.

La diferencia con la fantasía está fundamentalmente en la existencia de contexto: unas coordenadas geográficas, riquezas naturales (en este caso, más bien ausencia de), juegos diplomáticos y alianzas en los que el aficionado puede profundizar según desee, consultando bibliografía o incluso haciendo un viajecito a ver los escenarios donde los hechos fundamentales tuvieron lugar. Christopher Clark consigue que una historia detallada de un país que no tiene por qué importarnos demasiado capture nuestra atención, incluyendo factores tan poco atractivos a priori como por ejemplo las querellas social-religiosas entre luteranos, calvinistas y pietistas.

Un prusiano de pro: Alexander von Humboldt, científico, hermano de Wilhelm, responsable de crear el mejor sistema universitario del mundo (imitado, entre otros, por Estados Unidos).
Berlín, mayo de 2008

Se puede comprobar, una vez más, que los hombres (y los reinos) no somos tan distintos y que no hemos cambiado tanto a lo largo delos siglos: cómo un rey imbécil puede desbaratar los avances conseguidos durante generaciones, las políticas dinásticas destruir un país, y lo poco que duran las épocas de esplendor.

"Iron Kingdom" me ha dejado muy satisfecho. Hubiera preferido algo más de extensión en el período 1890-1920, años cruciales para entender cómo un reino tenido por culto e ilustrado se transformó en la encarnación del militarismo y conservadurismo más rancios, entrando en una espiral de locura y crímenes que supuso su desaparición.
Algo que Clark hace muy bien es distinguir claramente Prusia de Alemania, sobre todo en los años posteriores a la unificación del país, muy útil para los que, habiendo consumido una versión bastante simplificada de la Historia, siempre hemos visto la una como el germen de la otra.