14 de octubre de 2012

De la confianza

Nota: nada que ver con "La marca España" y sandeces asociadas.


Bruce Schneier
Liars & Outliers. Enabling the trust that society needs to thrive.
(Mentirosos y excéntricos. Haciendo posible la confianza que la sociedad necesita para prosperar)

John Wiley & Sons Inc., Indianapolis, USA, 2012
366 páginas

Desde que en un giro más o menos calculado a mi retorcida trayectoria profesional (sobre la que prefiero no entrar en este blog) presté más atención a la hirsuta disciplina de la seguridad informática, sigo con interés las opiniones de Bruce Schneier, una eminencia en el área. Me gusta sobre todo su franqueza a la hora de distinguir entre las políticas y medidas que realmente aumentan la seguridad con las que, frecuentemente mucho más costosas, tan sólo son una exhibición de cara a la galería. Un ejemplo notorio, las medidas que las histéricas democracias occidentales infligen a su población con la excusa del terrorismo: desproporcionadas, caras, molestas y muy poco efectivas, consistiendo más bien en un "teatro de seguridad" al que nos obligan a participar cada vez que queremos subirnos a un avión.
Cuando anunció la publicación de un libro sobre el papel de la confianza en las sociedades humanas y los mecanismos que la respaldan, no necesitó más para despertar mi interés.Cuando mi ejemplar llegó a casa, tapa dura, sobriamente compuesto por una editorial de libros de texto, me dije: hombre, por fin vamos a leer un libro serio.

La tesis principal del libro es sencilla de entender pero potente: nuestras sociedades están basadas en la confianza. Confiamos en que el tendero no nos venderá pan envenenado, y éste en que, en vez de salir corriendo con el pan, le pagaremos con un papelito de colores que a su vez será aceptado por una enorme y lejana compañía que ha llenado el país de centrales y cables para que el señor tendero pueda disfrutar de su telebasura favorita a cualquier hora del día y de la noche. La confianza no se limita a las transacciones comerciales: también confiamos en que los coches pararán al llegar al semáforo en rojo, permitiendo que crucemos la calle, en lugar de atropellarnos, mangarnos la cartera y el iPhone y acelerar entre carcajadas; en que ese vecino de metro noventa y 120 kilos, en lugar de darnos un estacazo al cruzarse la escalera y arrebatarnos, cómo no, la cartera, ese iPhone que ha sobrevivido a tantos cruces de calles y los Ensayos de Montaigne que llevamos ocultos en unas guardas de Dan Brown para no parecer demasiado rarunos, afablemente responderá a nuestro saludo.
Al escribir estas chorradas se me hace evidente, una vez más, lo que hemos tenido que luchar contra nuestros instintos para que la sociedad funcione en lugar de degradarse al infierno hobbesiano de todos contra todos. Liars & Outliers cuenta el divertido ejemplo de nuestros primos los babuinos, incapaces de cazar en grupo debido a la tendencia a atizarse entre ellos en cuanto la presa parece segura, dejando al tembloroso antílope vivir un día más.

Aplicación práctica de las presiones sociales.
Viena, septiembre de 2012

El lector se estremecerá al enterarse de que desde que Pandora abrió esa maldita caja, en toda sociedad hay parásitos, "halcones" los llama Schneier frente a las "palomas" buenecitas, que prefieren aprovecharse de la situación y traicionar la confianza de los demás, apropiándose de lo ajeno, mintiendo, incumpliendo contratos, etc.; he llegado a oír que en algunos países incluso olvidando recientes promesas electorales. Siempre habrá algún aprovechadete, ni las sociedades más totalitarias han sido capaces de erradicarlos -de hecho, suelen tolerarlos cuando les conviene, pero eso se cargaría el razonamiento, así que haremos como el tío Bruce y lo pasaremos por alto-; si los halcones llegan a ser dominantes, las palomas se cansarán de hacer el primo y la sociedad mutará hacia algo bastante más desagradable: Europa en el siglo VI, Somalia, ¿España 2020?.

Para evitar que esto ocurra, y como explicación de por qué los ejemplos anteriores son la excepción y no la norma, las sociedades tienen mecanismos para protegerse e incitar al cumplimiento de las reglas, con distintos ámbitos de aplicación: presiones morales, reputacionales e institucionales, con los sistemas de seguridad tapando las grietas que dejan los anteriores.

Como pueden comprobar, un tema de lo más interesante per se y como introducción a algunos aspectos de sociología política, como la Teoría de Juegos. Liars & Outliers lo desarrolla en cuatro grandes bloques, comenzando con un ligero barniz sobre las ciencias sociales que estudian la confianza, introduciendo varios "dilemas" frecuentemente citados: el del prisionero, la 'tragedia de los comunes', etc. El segundo bloque desarrolla un modelo sobre los mecanismos sociales para asegurar la confianza, luego pasa a comentar aplicaciones en el mundo real y sus complicaciones en la tercera parte, para finalizar con unas conclusiones donde se analizan los nuevos desafíos causados por las tecnologías que han ampliado, globalizándolo, el ámbito de aplicación de los mecanismos anteriores.

Con todo lo que llevo escrito, bastante más de lo que acostumbro, pueden pensar que se trata de un libro de lo más absorbente, y desde luego el tema tratado lo es, pero tengo que decir que Liars & Outliers me ha decepcionado. A pesar de ser más bien corto (unas 250 páginas si excluimos notas, referencias e índice) y atraerme la temática, me ha costado cierto esfuerzo llegar hasta el final. Es sumamente repetitivo, pues una vez presentada la tesis principal, más que profundizar en ella se dedica a exponerla una y otra vez, usando un lenguaje demasiado prudente -cogiéndosela con papel de fumar, que dirían algunos- y unos diagramas explicativos de "dilemas sociales" que no hacen más que reiterar lo ya explicado en el texto. La decisión de colocar las notas al final del volumen, en lugar de a pie de página, entorpece la lectura, además de que muchas de ellas se podrían haber incluido en el texto principal si el autor se hubiera tomado la molestia de alterar un poco la redacción.

En resumen, una pena, pues podía haber dado mucho más de sí. Me quedo con la metodología para analizar dilemas sociales (si yo fuera X, ¿colaboraría o haría trampa?; incentivos y presiones) y con la conclusión, tan ingenieril, de que siempre habrá una proporción de tramposos y gorrones, pues la eliminación absoluta de esas actitudes resultará más costosa que los daños provocados, además de que muchas veces son el germen que acaba produciendo cambios sociales: no olvidemos que hace 150 años las huelgas eran consideradas motines, y hace 50 los negros americanos no podían sentarse en cualquier asiento del autobús.