25 de enero de 2015

Una vuelta por El Pardo

Hay veces que, aunque la sierra está cubierta de nieve y hielo y el cielo despejado invita a conquistarla, no puede uno convocar una cuadrilla animosa y sufrida para subir a lo más alto; y lo de ir solo, pues lo dejamos para los que quieren que su cadáver congelado aparezca en las pesadillas de quien lo encuentre unas semanas más tarde. En resumen, que hoy tuve que tirar de plan B.

Cual Bois de Vincennes castizo, en el límite norte del municipio de Madrid hay un antiguo coto de caza de los reyes de Castilla, más conocido por un palacio desde donde gobernó largos años el Caudillo; en otro paraje del mismo coto nos sigue gobernando su sucesor, queridos co-súbditos. Hablo, cómo no, del monte de El Pardo, que a pesar de su antiguo inquilino y de todos los cuarteles y demás instalaciones del aparato represor, es un bonito bosque mediterráneo ideal para estirar un rato las piernas.

He seguido la ruta propuesta por mi amigo Juande en su blog, que incluso tiene publicado el track para cargarlo en el GPS. Yo me las arreglé para despistarme en todas y cada una de las bifurcaciones, por lo que me quedó un recorrido de lo más barroco, y probablemente tardé un poco más de la cuenta. Además de por cierta tontuna innata, porque me llevé una cámara de fotos y claro, se despista uno un poco mientras anda a la búsqueda del encuadre perfecto.

Datos medidos con el GPS:

  • Distancia: 12,5 km
  • Tiempo andando: 2h 40'
  • Tiempo parado: 1h
El recorrido empieza y termina en el pueblo de El Pardo, que además de la residencia caudillesca tiene así como cuatrocientos restaurantes. Bajamos por el bonito soto a orillas del Manzanares (en serio: tiene que ser un sitio muy bueno para ver pájaros llegada la primavera) hasta llegar al puente del ferrocarril, para internarnos en el encinar dando un largo rodeo hasta volver al punto de partida.

Obsérvesen esos "rabitos" que salen en cada curva pronunciada del camino. En fin.

El perfil, como el pasillo de casa el día que se arruga un poco la alfombra y nos vamos de morros con la bandeja del café:

Cien metros de desnivel: una aterradora sima, vamos

Ahora pondré unas cuantas fotos. Me he agenciado un aparatejo de esos EVIL del que, además de su reducido peso y tamaño, me interesaba comprobar el rango dinámico de su sensor, sobre todo comparado con el de mi vieja reflex, con la que si expones para las luces altas, tendrás sombras más oscuras que el futuro del PASOK. En ese sentido, difícil encontrar medio más exigente que un día claro de invierno como hoy, con una luz enloquecida capaz de cortar los metales. Vamos allá (haz click sobre la foto que quieras ver a un tamaño decente):

¿Grullas? Puede. 24 mpix dan mucho juego para recortar

Prueba de que la capi no queda muy lejos

Jugando con el enfoque selectivo del 30 mm f/2.8. Bonito bokeh.

Aquí empezamos a ponernos exigentes, y la cámara responde: ver detalle hasta en el tronco de las encinas es BIEN. La técnica ha avanzado en los últimos 10 años.

Entre el verde grisáceo de las encinas y el pardo del terreno, el único color de este paisaje donde se ve el Guadarrama tan nevado es el azul del cielo. Funciona mejor en blanco y negro.

Más alto contraste con éxito, muy cerca ya del final de la ruta.


1 comentario:

Juande dijo...

Bonita entrada, espero que hayas disfrutado de la ruta, la verdad que El Pardo da mucho juego.

/Saludos, Juande.