27 de abril de 2015

Estudiando la desigualdad

Thomas Piketty
Capital in the Twenty-First Century
(El capital en el sigo XXI)


Harvard University Press, Cambridge (Massachusetts), 2014
685 páginas


Me acerqué a este libro con reticencia. Tras leer a tanto economista pontificador se iban coagulando en mi cabeza las siguientes ideas:
- ¿Por qué hay tanto economista diciendo lo que tenemos que hacer? Sobre todo, ¿por qué tratan siempre de ocultar que lo que predican es economía política, poniendo mucho énfasis en lo de "política", y no sabias conclusiones libres de sucios intereses?
- Tantas cosas he leído sobre este libro que, ¿me va a decir algo nuevo?
- 685 páginas de economista, uf y buf

La entusiasta recomendación de mi hermano me hizo darle una oportunidad, y de una forma bastante indolora me encontré avanzando entre los doctos razonamientos del señor Piketty. Se trata de un libro escrito para el gran público, con el hilo de la argumentación expuesto de forma clara y con ejemplos sacados de la literatura (Jane Austen, Balzac) que ilustran muy bien las tesis que quiere demostrar.

Dichas tesis son bien conocidas: cuando el rendimiento del capital supera al crecimiento de la economía, una minoría tiende a acumular más y más riqueza, hasta llegar a extremos aberrantes de desigualdad. Piketty dedica cientos de páginas a explicar por qué es así, y a respaldar con datos cómo esa situación se produjo en Europa en el siglo XIX, tuvo una reversión durante la catástrofe de las dos guerras mundiales, y vamos camino de lo mismo, otra vez a una sociedad de rentistas ociosos y trabajadores mucho más pobres. Utiliza datos históricos sobre todo de Francia y algo menos de Inglaterra y Estados Unidos: registros de herencias e impuestos sobre la renta y sobre el patrimonio.

Todo esto ya lo sabe cualquiera que haya leído periódicos en los últimos dos años. Pero en 685 páginas (alguna menos, pues las notas ocupan su sitio) cabe mucho más. Por ejemplo, ¿qué es mejor para la clase social dominante, que las necesidades del Estado se cubran subiendo los impuestos, o aumentando la deuda pública? se puede parafrasear como ¿qué prefieres, despedirte del 20% de tus riquezas para pagar la campaña napoleónica o prestársela al Estado y que tú y tus descendientes estéis cobrando un 5% anual para siempre? Pensemos en Estados decentes, de los que pagan sus deudas, no de los que van de bancarrota en bancarrota hasta la victoria final. También son muy interesantes las reflexiones sobre la influencia de la inflación en la desigualdad ¿la aumenta? ¿la reduce?, y la de los impuestos. Y que no sólo hay que mirar las diferencias de ingresos, sino las de riqueza, que siempre han sido mucho más sangrantes y por el camino que vamos cada vez lo van a ser más.

 Madrid, abril de 2015

Las reflexiones sobre cómo ha ido evolucionando la tolerancia social hacia las desigualdades heredadas, y ahora con esta "meritocracia" en la que la mejor forma de predecir la riqueza de una persona es a partir de los bienes de sus padres, son muy útiles a la hora de argumentar por qué la desigualdad extrema es mala, una conclusión moral a la que llega ya en la última parte del libro. Termina con una propuesta utópica para reducirla: una tasa internacional al capital, que corrija la tendencia a que la desigualdad se agudice, y, aunque utópica, sirve para medirla contra otras propuestas y para tener un objetivo hacia el que progresar.

Este Capital ha sido un libro que he disfrutado por la calidad de la escritura y por el tono didáctico del autor, que solamente al final se pone el traje de hacer recomendaciones, las cuales son muy poco revolucionarias: ese utópico impuesto al patrimonio no supera el 1%, por lo que difícilmente lo podremos llamar "confiscatorio". Lo recomiendo sin reservas, y si pueden leerlo robando tiempo a la lectura de columnistas, mejor. Un servidor, desde que dejó la suscripción a The Economist, se encuentra mucho más tranquilo y se siente mejor informado.

Una reflexión a modo de cierre: ayer hablando con unos amigos coincidíamos en que no acabamos de entender cómo ese 1% dueño del 30% de la riqueza y que vive la mar de bien, en lugar de tratar de preservar este sistema que tan bien les funciona, lo lleva más al límite, como si los que más tienen que perder quisieran hacerlo reventar: 1789, 1917 ¿no les han enseñado nada?