14 de abril de 2013

Primavera


Elías y Benigna eran una pareja de ancianos. El primer día que, en lugar de la cuchilla asesina del viento gélido, Elías notó la caricia de una brisa cálida, exclamó lleno de felicidad:

- ¡Fíjate bien, Benigna! ¡Ya llegó Pascua Florida! ¡Ya no nos morimos!

Pues eso. Enhorabuena a todos los que habéis sobrevivido al invierno.

Pato encantado de haber llegado a la primavera.
Pantano de Navacerrada, abril de 2013.

6 de abril de 2013

Sapientia longa, vita brevis

Durante su larga y fructífera vida, un servidor ha recibido clases, cursos, seminarios, talleres y hasta una carrera universitaria con su proyecto y todo. Tal es mi experiencia como alumno, que se me podría considerar un profesional del estudio, casi tanto como de aquello con lo que me gano los garbanzos, y que suelo omitir de este su blog.

No hay grandes secretos en cuanto a qué hace que un curso sea un éxito: profesor que domina la materia, prepare las clases y se dé cierta maña para impartirlas, más una dosis de esfuerzo por parte del alumno, son los ingredientes básicos para que el resultado valga la pena. Los medios materiales juegan un papel bastante secundario, como atestigua la decadencia y caída de la educación en España, que no partía por cierto de una posición demasiado envidiable, justo cuando empezaba a haber dinero.

Una vez presentadas mis credenciales como alumno experimentado y opinador de barra de bar, procedo: durante estos últimos años han llegado a mis oídos iniciativas educativas vía Internet, por ejemplo MIT Open Courseware o iTunes University, además de poder ver a compañeros de trabajo en un estado lamentable tras haber terminado un examen a las tres de la mañana de la noche anterior. No acababa de reunir las ganas de meterme en faena, hasta que en otoño pasado, el lanzamiento de la plataforma Coursera y sus MOOC llamó mi atención. Me apunté a dos cursos, por fortuna no simultáneos del todo, y de materias muy distintas; experiencia suficiente para pontificar un rato por aquí.

Lo más complicado, cuando se trata de actividades voluntarias no remuneradas que requieren cierta dedicación y robar horas al escaso tiempo libre del esclavo moderno, es sin duda encontrar un buen yacimiento de motivación para ponerse ante el ordenador unas cuantas horas a la semana, atender con los ojos bien abiertos y la libreta de apuntes, y luego hacer deberes, prácticas y ejercicios varios y -horror- exámenes. La tentación de dejarlo correr y enchufarse una peliculilla o el partido clásico del siglo es demasiado fuerte: el número de 'matriculados' que completan los cursos es mínimo. El artículo wikipédico antes citado pone como ejemplo un curso de un tema tan interesante como la Bioelectricidad:

  • 12.715 estudiantes se matricularon
  • 7.761 vieron al menos un vídeo
  • 3.658 intentaron hacer al menos un test
  • 345 hicieron el examen final
  • 313 aprobaron
Faltan estímulos tales como estar pagando una buena pasta, un examen de cuyo resultado dependan las vacaciones, compartir aula con un profesor y unos compañeros... aquí todo tiene que hacerse a base de voluntad, materia no siempre abundante.

Por otro lado, Coursera hace que todo lo demás está resuelto: cursos no excesivamente largos, gratuitos, impartidos por la flor y nata de las universidades (predominio USA, aunque empieza a verse de todo), con todo el material -vídeos, apuntes, ejercicios, tests y hasta libros- descargable vía Internet. Cada curso también tiene un foro donde formular y responder preguntas, y conversar un poco con los compañeros; algunos alumnos de las clases presenciales se encargan de mantenerlos activos y de contestar las preguntas más difíciles, a modo de ayudantes de laboratorio. Hay cierta flexibilidad en los plazos para entregar ejercicios y hacer los exámenes, aunque no demasiada: el que se quede descolgado dos semanas lo va a llevar un tanto crudo.

Los instrumentos del criptógrafo moderno

Como dije más arriba, me apunté a dos cursos muy diferentes, y los seguí hasta el final, en ambos caos logrando pasarlos "con distinción", como buen empollón gafotas. Para beneficio de ustedes, apunto mis impresiones de cada uno:

Cryptography I

Profesor: Dan Boneh
Universidad de Stanford

La criptografía está más o menos relacionada con mi trabajo, además de ser una materia básica para muchas disciplinas técnicas. Encaré el curso con una buena base y la duda de si me serviría para ampliar conocimientos, duda que se disipó bien pronto: temario y profesor son excelentes, consigue explicar conceptos francamente difíciles.
Aunque sus aplicaciones son fascinantes, la criptografía es una disciplina árida, de las de "teorema-demostración-corolario", acompañadas de unos tests semanales que me hicieron sudar tinta y prácticas de programación (en Python). Hacerlo todo consigue que hasta el más burro aprenda, aunque requiere su esfuerzo: en mi caso, 82 horas durante 10 semanas. Hay que tener en cuenta que los teoremas, la programación y la matemática discreta los tengo bastante oxidados; a un estudiante de ingeniería en plena carrera, como yo mismo en el pasado, le habría costado mucho menos.

Este curso, muy recomendable para quien tenga una cierta base y ganas de trabajárselo, para mí también ha sido una toma de contacto con el modo de enseñar en las universidades norteamericanas: un suministro constante de ejercicios y assignments, y un examen mucho más sencillo. Requiere mucho más trabajo tanto del alumno como del profesor, pero los resultados en cuanto materia aprendida y bien asimilada son muchísimo mejores que siguiendo el modelo español, tan barato en esfuerzo.

Por supuesto, ya estoy apuntado a Cryptography II.

Think Again: How to Reason and Argue

Profesores: Walter Sinnott-Armstrong y Ram Neta
Universidad de Duke

Un curso "de letras", sobre argumentación, creo que el más seguido de los que ofrece Coursera. Mucho más ameno, también más fácil, lo ventilé en unas 30 horas durante 8 semanas, con pocos ejercicios y sin tener que programar. Gran diferencia entre los dos profesores: mientras que las clases de Walter Sinnott-Armstrong eran una delicia, en las de Ram Neta no dejaba de dar al botón de "acelerar vídeo".
Sin tener la sensación de haber perdido el tiempo, es bastante más flojo que el anterior, también probablemente porque está dirigido a una audiencia muy diferente.