30 de junio de 2009

Ugo Mulas

BBVA, Sala de exposiciones Azca. Del 2 de junio al 26 de julio de 2009. Web de Photoespaña.

Martes a la salida del trabajo, treinta y pico grados, embotamiento general de los sentidos, cruzo bajo la ciudad por túneles de hierro. Interrumpo el trasbordo para acercarme a la torre color óxido del BBVA, la entrada es gratis y si no me gusta, no habré perdido ni 10 minutos.

Me quedo un buen rato. Nunca había oído hablar de Ugo Mulas (1928-1973), no sabía que era italiano, y, sobre todo, ignoraba que fuera responsable de retratos tan excepcionales. Muy centrado en el mundo del arte, documenta la bienal de Venecia y sobre todo hace retratos de artistas, en su taller, creando, posando.

Alberto Giacometti, 1962

También es muy interesante su serie Verifiche ("verificaciones"), una reflexión muy material y muy técnica sobre la fotografía. 14 imágenes relacionadas con el proceso físico, exposición del negativo, revelado, ampliación, objetivos; pero también el tiempo, el espacio o el autorretrato, acompañadas de textos que los organizadores de la exposición proporcionan en un folleto, todo un acierto.

Eugenio Montale, 1970.

27 de junio de 2009

Años 70. Fotografía y vida cotidiana.

Centro de Arte del teatro Fernán Gómez. Del 3 de junio al 26 de julio de 2009. Folleto de la exposición (pdf).

De las sedes habituales de Photoespaña, la del antes conocido como Centro Cultural de la Villa, en los subterráneos de la Plaza de Colón, siempre contiene la exposición más grande y agotadora. El año pasado fue Eugene Smith, probablemente la mejor exposición de la muestra; este año han preferido una exposición colectiva, de más de 20 fotógrafos. Siendo muy distintos, me pasé la exposición buscando características comunes, además de la obvia por cronológica.

Fotógrafos de muchos países, no siempre de la misma generación, temática a veces contrapuesta -denuncia social frente al artisteo más onanista posible-, estética variopinta... hay que esforzarse mucho para adivinar los criterios de los organizadores. Ni siquiera el título, que comparte con la campaña de este año de Photoespaña, nos sirve: ¿de verdad las imágenes de William Eggleston, por nombrar al más famoso del grupo, representan la vida cotidiana? Tras mucho pensar, y descartar las muestras más alejadas de "la media" (por ejemplo, los tocados nigerianos de J.D. Okhai Ojelkere), creo que comparten una atracción por lo feo y lo marginal, un desprecio aparente por la belleza -desmentido por el cuidado con el que están compuestas muchas fotos-, carga política y, sobre todo, una gran subjetividad.


Viktor Kolár. Ostrava, 1977.

Yo habría preferido menor número de fotógrafos y más espacio dedicado a cada uno de ellos. Los que menos me han gustado, los del mundo de la performance, como Sophie Calle, que se refiere a sí misma como 'artista narrativa' (ay) y con Les dormeurs llena una pared de fotos de gente que va pasando por su cama a echarse una siestecita, o el aburridísimo Hans-Peter Feldmann, capaz de ilustrar el 'fluir automático de lo real' con decenas de fotos de una barcaza bajando por el Rin. Había más del estilo, pero para qué seguir. Mucho concepto obvio y poca chicha que lo sustente.

Anders Petersen, Café Lehmitz. 1978.
Al verla pensé que podría ser la portada de un disco de Tom Waits: lo es, y de uno de los mejores: Rain Dogs.

Termino con los que más me han gustado. Además de algunos viejos conocidos, como Eggleston o García-Alix, me encantó la serie de primeros planos del surafricano David Goldblatt, el ambiente cutre, portuario y desesperado del Café Lehmitz, Hamburgo de Anders Petersen, los panoramas industriales de Ostrava (Victor Kolár), los retratos fuera de contexto de Gabriele y Helmut Nothhelfer, y, como descubrimiento que hace valer la pena la visita a la exposición, los dípticos de Berlín de la serie Zoo 78, del fotógrafo inglés Victor Burgin. Frente a las perogrulladas de los 'artistas', un juego de imágenes del Berlín occidental, zoo rodeado por los rusos, con textos del escritor ruso Viktor Shklovsky.

Victor Burgin, Zoo 78.
El texto de Shklovsky que acompaña a este díptico:
[ A bright clear day. The camera in the helicopter can pick out a single face from the streets below. The computer holds details on half the population, children having been excluded as uninteresting. She crosses the Kurfurstendamm under the hostile gaze of a small crowd who are waiting to receive permission to walk from an automatic signaling device.]

7 de junio de 2009

Una tarde viendo fotos, y un libro

Llega el mes de junio y con él, una nueva edición de Photoespaña (enlace a un sitio web bonito, pero realmente malo: intenten encontrar información o enlazarla). Este año su idea central es Lo cotidiano: es algo que me gusta, promete mucha fotografía documental, género que me encanta.
El primer fin de semana, ya me estoy poniendo en marcha.

Dorothea Lange: Los años decisivos.
Museo Colecciones ICO. Del 4 de junio al 26 de julio de 2009. Web de la exposición.

Junto a la de Annie Leibovitz, probablemente sea la exposición con más tirón de Photoespaña'09, si nos limitásemos a medirlas por el reconocimiento del nombre del artista. Si además incluimos el criterio de la repercusión de su obra en la fotografía contemporánea y posterior, y en la sociedad en general, la muestra de Lange, una de las figuras fundamentales de la historia de la fotografía, es la parada obligatoria en el festival; más aún ahora que llevamos camino de reeditar la Gran Depresión (el nombre de 'Gran Recesión' me gusta especialmente).

Dudo mucho que quien alguna vez haya visto la famosísima imagen Migrant Mother sea capaz de olvidarla. Probablemente ella sola justifique todo el presupuesto invertido por la Farm Security Administration de Roosevelt para documentar las condiciones de vida de muchos ciudadanos de un país donde todavía se piensa que los ricos son más inteligentes y trabajadores que los pobres. Que una depresión económica, sumada a una campaña de préstamos trampa, a la mecanización del campo, y a una sequía atroz, arruinase a miles de granjeros y les obligase a vagar por el país buscando trabajo, no era suficiente para que el público apoyase políticas solidarias: había que documentarlo, y ahí el trabajo de fotógrafos como Walker Evans y la misma Lange fue fundamental.


Migrant Mother, Florence Owens Thompson. Dorothea Lange, 1936. A diferencia de lo que ocurre en algunos países de mierda, en otros la propiedad de las obras pagadas con dinero público es del público. Por eso cualquiera puede descargar una versión de alta resolución de esta obra, por ejemplo desde esta página de la Wikipedia.

Dorothea Lange sabía utilizar las reglas del arte para reforzar lo que quería transmitir: usa composiciones capaz de reflejar desolación, miseria, y también desafío, en imágenes estéticamente bellas. Me ha llamado la atención como recurre muchas veces a la mirada de los retratados para anclar esa composición: la mirada dura del niño de una familia de jornaleros o la resignada de un hombre entre un grupo de parados se convierten en el punto de la imagen que concentra la atención.

Pero nada de esto habría tenido el mismo impacto de no haberse involucrado en la tarea, sintiéndose parte de la lucha de los emigrantes y sufriendo con ellos. Desde entonces, muchos fotógrafos de prensa y documentalistas han intentado, igualar su forma de mostrar su sufrimiento y sus reacciones ante una adversidad terrible e inmerecida, respetando siempre su dignidad.
La exposición nos demuestra que Migrant Mother no es un hecho aislado, sino que pertenece a una serie de imágenes de gran valor artístico, que han trascendido su época para ilustrar tantas otras catástrofes que invariablemente se siguen produciendo.

Dada la justa fama de la autora, un sábado por la tarde esperaba encontrarme un lleno total de la sala; afortunadamente no fue así, porque el pequeño tamaño de las reproducciones permite sólo a un espectador detenerse ante cada foto. Que no se enfade nadie, pero con lo que cuesta organizar una exposición así, por favor que cuiden más ciertos detalles, como la traducción del título de las fotografías al español; a veces parecía que habían llamado a ese tuercebotas que "traduce" el título de las películas de Hollywood para distribuirlas en España.

Aunque dedicar un par de horas a contemplar obras maestras, y a reflexionar sobre ellas, nunca está de más, no salí de la exposición especialmente eufórico, como me ocurrió por ejemplo al ver la de Eugene Smith. ¿Por qué? Tras elucubrar un buen rato, deduzco que ya conocía casi todas las fotografías. Y el pequeño formato con que aparecen en la exposición es equivalente al tamaño con el que se pueden encontrar en un buen libro...


On the Road Toward Los Angeles. Dorothea Lange, 1937. Todas las imágenes de la 'Farm Security Administration' se pueden ver y descargar de la web de la Biblioteca del Congreso

Resiliencia
Instituto Cervantes. Del 4 de junio al 20 de septiembre de 2009. Web de la exposición.

De esta forma tan extraña han bautizado una muestra de diez fotógrafos jóvenes de América Latina, sobre todo Perú y México, seleccionados de entre centenares de candidatos. Decidí meterme allí porque la de la Leibovitz estaba cerrada, incumpliendo el horario publicado por ellos mismos, y no separan un edificio de otro ni cien metros.

Qué cosas tiene la falta de expectativas, salí de ahí mucho más contento que de la exposición de mi admirada Dorothea. ¿Mejores fotos? No creo, pero sí descubrimientos, imágenes capaces de impactar y de hacer pensar, mucha inteligencia y mucha pasión por la fotografía. No todas me gustaron, de hecho tras ver las dos primeras series (hay muy pocas fotos por autor, se ven rápido) pensaba yo que la visita iba a ser como ese destello que precede al trueno.

Entonces miré a la izquierda y descubrí las fotografías del peruano Morfi Jiménez Mercado. Retratos de personajes humildes de la región andina, con una estética que me pareció muy apropiada: muy contrastada, con muchos retoques de color, y un uso muy inteligente del flash. Me habría encantado ilustrar este artículo con su retrato del herrero (magistral), o con el del viejo sentado en un colchón miserable, en un cuartucho lleno de estanterías de botellas vacías, llenas de polvo. Pero con una expresión de dignidad serena, que ya la quisiera yo para mí.
Algunos ejemplos se pueden ver en esta página que le dedica la firma de cámaras sueca Hasselblad.

Dando la vuelta al tabique, me encontré un mural de fotografías un tanto extrañas. Imágenes muy impactantes, unas muy crudas, otras de gran belleza: unos pajarracos posándose en una portería; un vagabundo casi desnudo, deslumbrado por la luz de unos faros; un bache con forma de corazón... De pronto, una voz a mi espalda me pregunta, ¿qué te parecen las fotos? Era el mismo fotógrafo, Óscar Fernando Gómez, que trabaja manejando un taxi verde en Monterrey al que se oyen todos los hierros de puro viejo, siempre con la cámara lista para fotografiar al chico del taller, el accidente de tránsito, o el campo de fútbol inundado al amanecer.

"Viajando por el mundo", de la serie "La mirada del taxista". Oscar Fernando Gómez, 2008.

Otras dos series también me parecieron notables: la de Livia Corona, documentando la locura inmobiliaria en México y los dos millones de casitas hechas en serie, esa idea de felicidad de los pobres que llenan las casas de cachivaches de colores chillones y sonríen a la cámara. Por último, la serie Miramar, del también mexicano Ramiro Chaves, paisajes, objetos y edificios de lo que fueron colonias de vacaciones en torno a la Mar Chiquita, una laguna salada en la provincia de Córdoba, en el centro de la Argentina. Siempre he sido muy sensible a la belleza del abandono, pero además se trata de unas imágenes admirables, valga una como ilustración:

"Torre", de la serie "Miramar". Ramiro Chaves, 2008.


Mark Durden
Dorothea Lange

Phaidon. London/New York, 2006. 128 páginas; 56 fotografías.

El artículo termina como empezó, hablando de Dorothea Lange. Esta vez, presentada en un libro exquisito, ni muy grande (unos 20 x 25 cm.) ni muy grueso, pero con reproducciones de buena calidad; es de una editorial, Phaidon, especializada en libros de arte. Márgenes generosos, una fotografía por cada dos páginas, amplios espacios en blanco con breves comentarios de Mark Durden que ayudan a entenderlas pero sin hacerse prolijo, exquisito diseño gráfico y tipografía... un lujo de libro, si fuera más grande ideal para dar empaque a un salón, y deprimir a las visitas para que beban con más gana ese whisky de marca blanca.

El contenido: el mismo que el de la exposición, pero en un formato más manejable. Al contrario que la pintura, que resulta casi imposible de reproducir fielmente (la degradación de los colores y la pérdida total de las texturas producen grandes sorpresas cuando por fin se puede contemplar la obra original en un museo), la fotografía, en especial el blanco y negro, se presta muy bien a la reproducción en imprenta, siempre, claro está, que se respeten unos mínimos de calidad.

Seguiré asistiendo a cuantas exposiciones pueda, pero lo de tener en casa unos pocos libros de mis favoritos -Lange, Robert Frank, August Sander, Edward Weston son un buen comienzo- para contemplarlos en los ratos muertos es una opción cada vez más atractiva.
A ver si se me pega algo.

Damaged Child, Shacktown, Elm Grove, Oklahoma
Dorothea Lange, 1936.
Mucho mejor, en la web del MoMA