26 de diciembre de 2009

La fábrica de las noticias


Nick Davies
Flat Earth News
(Noticias de la Tierra plana)


Vintage. London, 2009.
420 páginas.
Web para ampliar la información del libro: http://www.flatearthnews.net/



Dedicamos buena parte del tiempo al consumo de "noticias": diarios, televisión, radio, Internet... ahora no es posible escapar ni dentro del Metro, aunque en este último sitio lo típico es que aparezca la señora Espe con radiante sonrisa, inaugurando algo. Estar más informados es difícil, aunque si dejamos de conformarnos con la cantidad el juicio empeora: estamos mal informados, nos bombardean con las mismas pseudonoticias, notas de prensa sin contrastar, polémicas fabricadas para beneficiar al oscuro interés del día, y tomas de partido descaradas para satisfacer los intereses empresariales del dueño del periódico o canal de radio/televisión de turno. Bonito panorama, desde luego no limitado a nuestro pequeño y secundario país: probablemente sea bastante peor en el mundo anglosajón, aunque no hay que preocuparse, los de aquí aprenden rápido.


Yo empecé a perder la inocencia periodística en tiempos de la Guerra del Golfo, cuando nos decían que el potente ejército iraquí era el tercero del mundo, nos mostraban las imágenes de la bomba "inteligente" metiéndose por la ventana del edificio y sacaban un cormorán cubierto de petróleo como ejemplo de las maldades del enemigo. Cuando me enteré de que el pobrecito cormorán fue grabado en Alaska, que el 80% de las bombas caían donde no debían, y vi de qué dio de sí el poderoso ejército iraquí, empezaron mis dudas sobre todo lo visto y oído durante los meses anteriores. Los medios de comunicación españoles, ¿son tan estúpidos como para tragarse así toda la propaganda que les vomitan los americanos, tienen un interés en que nos la traguemos nosotros, o les da igual?. Luego llegó la muerte de Lady Di en accidente laboral y las 48 horas de brasa continua. Me pilló en Alemania, y pude comprobar que allí también picaron como besugos. Ahora, entre patadas al diccionario y puñetazos a la gramática, noticias de relleno y estudios o encuestas totalmente irrelevantes y declaraciones de X respondiendo a las tonantes palabras de Y, ninguna de las cuales tendría por qué importarnos, casi lo he dejado por imposible.

Madrid, septiembre de 2009

'Flat Earth News' es un diagnóstico del estado actual de la prensa, y un repaso a las causas que la han traído a este punto, en el que cualquier día una "prestigiosa institución" financiada por algún grupo de presión colará la noticia de que la Tierra es plana, y todos los periódicos y cadenas de televisión y radio la repetirán como loros, porque se lo creerán, no se molestarán en comprobarlo, y tampoco en enterarse de quién está detrás, y cuáles son sus motivos. Pasa todos los días.


La primera parte del libro describe "la fábrica de las noticias": los trabajadores, los suministradores, y las reglas de producción. Los primeros, cada vez más presionados y sobrecargados de trabajo, a duras penas consiguen preparar el número de páginas o minutos de programa estipulados, como para encima poder salir a la calle, buscarse fuentes (y no los portavoces de costumbre), comprobar la noticia o incluso salir a buscarla: es el resultado de estas últimas décadas de aplicación de políticas de gestión empresarial a la prensa, en la que se han aumentado los beneficios a costa de disminuir los costes, y, por tanto, la calidad. Ya casi no quedan corresponsales, departamentos de investigación, redactores con el tiempo y los recursos para hacer un buen reportaje: es mucho más cómodo volcar notas de prensa y comunicados, levemente disfrazados cambiando un poco la redacción para añadir el toque ideológico del medio en cuestión. Esto nos lleva al capítulo de los suministradores de noticias, las agencias de prensa, cuya influencia se ha multiplicado durante estos últimos años y cuyos fallos son repetidos y amplificados por todos los medios que las utilizan.

El capítulo sobre las reglas de producción, para mí el mejor del libro, enuncia una pequeña serie de reglas, divididas, como en cualquier negocio, en dos grandes bloques: las que tienen como objetivo recortar los costes, y las que pretenden aumentar los ingresos. Al primer bloque pertenecen principios como 'publicar historias baratas' o 'evitar la cerca electrificada', y al segundo, reglas como 'dar al público lo que pide' o 'apuntarse al pánico moral'; aunque no todas las historias que aparecen en un periódico o un telediario aplican todo el conjunto, sí podemos observar la utilización de buena parte de ellas en fenómenos como la noticia que consiste en sacar a la becaria a enseñar que nieva en Madrid o a esa famosa portada del ABC en que llamaban directamente asesino a un inocente.
Las ilustra con ejemplos de la prensa anglosajona, pero muy fáciles de entender, también porque muchas son noticias bien conocidas aquí, y otras porque en este triste sitio ocurre lo mismo.

Tras la primera parte, se comprende mucho mejor por qué nos llegan noticias sin contrastar, por qué es mucho más frecuente ver a la prensa metiéndose con el débil mientras alaba al fuerte y por qué todos los medios se dedican frecuentemente a hablar sobre la misma chorrada de interés nulo. Pero todavía no está todo explicado: la segunda parte, Persuasores Ocultos, trata de aquellos que generan "noticias" y, aprovechándose de la forma en que funciona "la fábrica de las noticias", las cuelan en la prensa seria, ganando verosimilitud e influyendo en la opinión pública. Los persuasores, una profesión en auge, son los gabinetes de prensa de empresas e instituciones públicas, las fundaciones o think tanks que publican informes pintorescos y cuya financiación no se suele explicar en la noticia, las organizaciones "espontáneas" que defienden ciertos intereses pero apelando siempre a otros principios más elevados (un ejemplo: las asociaciones de fumadores y sus apelaciones a la libertad), e incluso servicios secretos que distribuyen pura propaganda disfrazada de noticias. Son actividades que han existido siempre, pero, al haber abandonado la prensa casi todos sus mecanismos de defensa, lo tienen ahora más cómodo que nunca. Y cómo se nota.


La última parte del libro se dedica a narrar extensivamente varios ejemplos, extraídos de la prensa británica. Los más ilustrativos son el auge y decadencia del grupo de periodismo de investigación Insight que tenía el Sunday Times (adquirido por Rupert Murdoch; huelga decir nada más), y la forma en que el gobierno de Tony Blair manipuló al Observer para que su línea editorial se pusiera a favor de la guerra de Irak. Están bien como ejercicios prácticos de la "teoría" anteriormente expuesta, pero se hacen un poco largos, probablemente porque el autor se ha esforzado en respaldar bien cada afirmación que hace, ya que tiene que evitar caer en los mismos vicios que critica. Flat Earth News toma sus ejemplos solamente de la prensa "seria" o "de calidad", puesto que de la otra mejor ni hablamos.


Madrid, septiembre de 2009

La conclusión del libro es bastante pesimista. Tiene razón, no se divisa nada que nos pueda hacer esperar un cambio a mejor. La Gran Recesión económica y el impacto de Internet y su "todo gratis" han provocado una crisis de la Prensa que ha acelerado el proceso hacia la conversión en entretenimiento y la venta descarada de almas y reputaciones: valga como ejemplo El País y sus cambios de rumbo según se iban concediendo frecuencias de televisión y derechos de emisión de partidos de fútbol, hasta culminar con la venta de su canal de televisión (Cuatro) nada menos que a Berlusconi. Con un bien ponderado editorial en el que señalan los beneficios que suponen para el pluralismo que de cuatro pasemos a dos cadenas privadas de televisión a nivel nacional. Claro, la tierra es plana.

Libros como éste son de las pocas armas con que contamos para conocer lo que están haciendo con nosotros y, aunque parezca difícil cambiar las cosas, por lo menos no tragar esas ruedas de molino que nos sirven continuamente. Además, es entretenido, escrito de una forma muy didáctica, y no cae en peligrosas tentaciones como la que sería idealizar un pasado perfecto, aunque es evidente que se ha ido a peor.

Como algo hay que hacer mientras esperamos a que escampe, yo prefiero comenzar por la acción individual, la de la humilde hormiguita. Por un lado, mi colección de enlaces a blogs, buenos para descubrir puntos de vista al margen de la verdad establecida por los medios y enterarme de cosas que nunca aparecerán en la prensa del régimen, pero que, por razones de tiempo y recursos, nunca podrán sustituir a un buen periódico. Y por otro, ser lo más selectivo posible a la hora de buscar información de calidad, tratando de perder el menor tiempo posible consumiendo basura y siendo consciente de que la calidad se paga. Todavía estoy buscando un equivalente al Economist o al Atlantic Monthly en español; mientras llega, no me faltará qué leer.

19 de diciembre de 2009

Reflexiones sobre el 'lobby cultural'

Las últimas semanas hemos visto mucha agitación en torno a la propiedad intelectual, ministra, líderes de internet elegidos no se sabe muy bien por qué, SGAE, y pirateos varios. Todo empezó con el intento del Gobierno de colar, aprovechando la Ley de Economía Sostenible, una regulación que dispone la creación de una "comisión de expertos". Dicha comisión, nombrada por el Ministerio de Cultura, será capaz de ordenar el cierre de páginas web sospechosas de tener relación con el tráfico ilegal de contenidos protegidos por derechos de autor, saltándose las garantías que contemplan las leyes españolas.

El debate desatado a continuación ha sido de lo más entretenido: se cruzan insultos, se extraen conclusiones exageradas de los argumentos de la otra parte, y aparece el nombre de Ramoncín más de lo que sería recomendable. Todo esto me ha hecho detenerme un rato a pensar en mi postura, y pararme a escribir un artículo para condensar lo que sé, lo que opino y lo que me temo.

Yo también soy culpable de disfrutar de esta abundancia sin precedentes de contenidos audiovisuales, sin pagar y sin miedo a represalias, ya que la copia privada sigue siendo legal en este país. Sin embargo, no creo que sea un derecho eterno ni que el estado de cosas actual pueda prolongarse mucho tiempo: la gente tiene derecho a vivir de su trabajo, sea éste la música, el cine o la literatura, si consigue convencer a alguien de que les lea, escuche o vea. Que la calidad de las obras, caso de poderse medir, sea buena o mala, es algo ajeno a este debate.

Madrid, noviembre de 2009. Salvo que esté así indicado, las fotos que ilustran este blog son mías, licenciadas siguiendo el modelo de Creative Commons.

El problema es que, desde que se ha puesto tan fácil la difusión a través de Internet, sobre todo de las redes P2P, la industria de entretenimiento audiovisual ha visto cómo sus ingresos disminuían estrepitosamente. Como es lógico, se defiende con uñas y dientes, utilizando su notable capacidad de influir en los medios de comunicación y en la política nacional. ¿Por qué los sindicatos creerán necesario colocar unos artistas a la cabecera de una manifestación? ¿Son conscientes de lo caro que nos cuesta?

El Gobierno (el actual, y también los anteriores) por un lado ve que tiene que dar una respuesta satisfactoria al lobby cultural y a las presiones de países con grandes intereses en esta industria, pero por el otro es consciente de lo felices que somos todos con el circo gratis. Procura, por tanto, satisfacer a unos procurando no enfrentarse directamente a los otros, y ahí es donde veo yo el problema: en lugar de modificar las leyes para que sea ilegal copiar discos o películas y distribuirlas sin ánimo de lucro, lo cual permitiría a los jueces condenar a los ciudadanos y sitios web que hoy en día salen absueltos, intenta contentar a la SGAE & Co. por la puerta de atrás:
  • Con impuestos directos recaudados por entidades privadas, como el famoso canon que grava la compra de soportes de almacenamiento informático. Da igual que los use para copias de seguridad de mi software, para proyectos industriales (en mi trabajo, por ejemplo) o para almacenar ese excesivo número de fotos que registra mi cámara digital, el caso es que me toca pagar.
  • Con impuestos indirectos, como esa financiación de Televisión Española a base de cobrar a las operadoras de telecomunicaciones, que evidentemente terminamos pagando los consumidores.
  • Con subvenciones de múltiples administraciones públicas, justificadas de muy distinta forma: no sólo las famosas al cine español, también becas, premios, conciertos en las fiestas patronales, actuaciones en medios públicos...
Todo parece indicar que todo esto no ha sido suficiente, por lo que la siguiente vuelta de tuerca es una iniciativa legal, cobarde, porque va camuflada dentro de un proyecto de ley que aparentemente tiene un fin muy distinto, y que de triunfar dejaría en manos del lobby cultural un instrumento muy potente para defender sus intereses, pudiendo cerrar sitios web sin tener que pasar por el molesto trámite de denunciar cada caso, aportar pruebas y conseguir convencer a un juez de que tienen razón. Si se salen con la suya, la lentitud de la justicia jugaría en su favor: primero cierran la web que les moleste -ya sabemos de qué parte está el Ministerio de Cultura- y pasados unos años, cuando salga la sentencia, ya dará igual, porque el sitio web estará arruinado, muerto y enterrado.

No soy un experto en derecho civil, pero mucho me temo que si yo, la empresa para la que trabajo, o la comunidad de vecinos a la que me ha tocado pertenecer, nos sentimos perjudicados, no tenemos ninguna capacidad de actuar directamente contra la otra parte, sino que tiene que decidirlo un juez. ¿Se imagina alguien, por poner un ejemplo, que una comisión de ganaderos españoles pudiera precintar las centrales lecheras sospechosas de reconstituir leche en polvo importada fraudulentamente? ¿Que las fábricas de juguetes pudieran cerrar las tiendas que venden productos peligrosos, cubiertos de sellos falsos de seguridad? ¿O que yo pudiera embargar los bienes del vecino que lleva un lustro sin pagar las cuotas de la comunidad? Hay razones muy buenas para que no sea así (tutela judicial, garantías legales y esas chorradas impropias de verdaderos españoles), también válidas para la industria del entretenimiento.

Madrid, noviembre de 2009.

Volviendo al derecho a defender sus intereses, todavía les quedan opciones: conseguir las modificaciones legales que penalicen aquello a lo que nos hemos acostumbrado, hacerse a la idea de que el champagne y la limusina son cosa del pasado, o buscar modelos de negocio distintos, porque el actual ha sido muy dañado por los cambios tecnológicos. Cada vez se ven mejores análisis de cómo conjugar los intereses de unos y otros, jugando con la cadena de valor, o proponiendo una modalidad estilo 'tarifa plana' (blanket license), muy dignas de consideración, pero lo que está bastante claro es que no hay vuelta atrás.

Mucho me temo que han optado por lo más sencillo: influir al Gobierno para que impida el P2P atacando a los sitios web o a las operadoras de telecomunicaciones en lugar de al usuario final, lo cual sería mucho más impopular, y seguir beneficiándose de nuestros impuestos.

Que defiendan sus intereses, pero como cualquier otro negocio. A pasar por caja, pero entonces, como bien dicen los sabios de La Página Definitiva, nada de protecciones especiales. Y si a pesar de todo se siguen financiando productos culturales con nuestros impuestos, que se cedan los derechos de autor al común. Espero que no me llamen 'perroflauta' o 'tonto útil de la derecha' (como hace este iluminado) pero como no intentemos defendernos de la que se nos viene encima, lo llevamos claro.

2 de diciembre de 2009

Manifiesto (economía sostenible, my ass!)

Para corregir esta suave desaceleración que se cobra millones de puestos de trabajo, nuestro esclarecido Gobierno, tras haberse pulido los dineros que no tenemos en cambiar las aceras del país y llenarlo de carteles a 1.500 euros la pieza, ahora presenta el proyecto de ley de economía sostenible.

Además de proponer una serie de reformas más o menos acertadas (véase el resumen rápido que ha preparado Roger el Gris), este proyecto de ley intenta colar unas medidas que, para contentar a un grupo de presión muy querido por el partido que nos gobierna (los "autores" y sus sociedades de cobro injustificado de tasas), quiere restringir buena parte de nuestros derechos relacionados con la libertad de expresión, además de poner en peligro uno de los pocos sectores económicos no relacionados con el ladrillo, las subvenciones a terratenientes o los chantajes del tipo "o pagas, o chapo la fábrica": las tecnologías de la información y las comunicaciones.

Abandonando la abulia política de este mi blog, pego un Manifiesto que circula por la red de habla española, con la esperanza de que si hacemos el suficiente ruido, alguna enmienda misericordiosa impida la salvajada que están a punto de hacernos.

Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que…

1.- Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.

2.- La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial -un organismo dependiente del ministerio de Cultura-, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.

3.- La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.

4.- La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.

5.- Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.

6.- Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.

7.- Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.

8.- Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.

9.- Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.

10.- En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.

Este manifiesto, elaborado de forma conjunta por varios autores, es de todos y de ninguno. Si quieres sumarte a él, difúndelo por Internet.

16 de noviembre de 2009

Caspar David Friedrich: arte de dibujar

Fundación Juan March. Del 16 de octubre al 10 de enero de 2010. Web de la exposición.

Muy probablemente, más de la mitad de los capítulos sobre el Romanticismo en los libros de historia de la literatura estén ilustrados utilizando este famoso óleo, "El caminante sobre el mar de niebla" de Caspar David Friedrich (1774-1840), el pintor más conocido del Romanticismo alemán. En esta exposición no veremos la figura del joven ante la naturaleza atormentada, pero, por separado, veremos el joven, la ruina, las rocas y los árboles retorcidos, en dibujos a lápiz, tinta y, como mucho, con un toque de acuarela. Se trata de una colección de estudios preparatorios, de piezas tomadas del natural que el pintor combinaba en sus cuadros más trabajados. Sobre todo, me han llamado la atención sus figuras vegetales: tiene mucha más vida el "Tocón de sauce con brotes nuevos" que las escasas figuras humanas presentes en la muestra, casi siempre en estado contemplativo, inmóviles.

Son estudios que demuestran muy bien el protagonismo de la Naturaleza para ese gran romántico que fue Caspar David Friedrich, fuente de inspiración para representar los intensos sentimientos que por aquellos tiempos atormentaban el alma del artista. Por supuesto, el pintor elige siempre el tronco retorcido de un árbol seco y no una maceta de begonias.

Caspar David Friedrich, Árbol seco, 26 de mayo, 1806.
Kupferstich-Kabinett, Staatliche Kunstsammlungen Dresden, Dresde.

Aviso para navegantes: una muestra de dibujos, de muy pequeño formato y frecuentemente a lápiz sin entintar, sólo es tolerable si es posible mirar muy de cerca cada dibujo. Dicho de otra forma, vayan sólo cuando haya muy poca gente. Por ejemplo, un lunes por la tarde.

31 de octubre de 2009

Abedules en la sierra de Madrid: Canencia.

Los hay, aunque parezca mentira. En este otoño que parece verano, brillan con tonos amarillos y rojos entre el verde oscuro de los pinos de la ladera norte de la sierra de Canencia.
Para evitar la masificación de la "senda ecológica" (ay) que parte del enorme aparcamiento del puerto de Canencia, optamos por seguir la ruta propuesta por los generosos autores de la muy recomendable web Excursiones y Senderismo. Como nos parecía poco, aprovechamos para subir al modesto cerro que se eleva al este del puerto (según el mapa, donde comienza la Majda del Ortigal), y así merecernos el bocadillo.

Datos medidos con el GPS:

  • Distancia recorrida: 13,5 km
  • Tiempo en movimiento: 3h 33'
  • Tiempo parados: 2h 50' (soberbia siesta)


El GPS lo pasó algo mal al subir por la Hoya de la Vieja, el paraje más hermoso de la ruta. En la esquina inferior izquierda se aprecia el añadido que le hicimos.


Un perfil más propio de paseo que de otra cosa: unos 500 metros de desnivel.

29 de octubre de 2009

Dos semanas con el Androide

Por una vez, como uno de esos examinadores profesionales de cacharritos a los que los fabricantes envían las novedades para que escriban unas reseñas casi siempre laudatorias, no sea que se termine el cuerno de la abundancia, he tenido durante un par semanas un artefacto sin tener que pagar por él, con el propósito de mirarlo, usarlo, enseñarlo y compararlo; tanto es así, que hasta me han entrado ganas de contar aquí qué me ha parecido.

El chisme es lo que se conoce comúnmente como 'smartphone', traducción literal: "teléfono listo", en lenguaje llano "teléfono móvil grande y caro". Fabricado por HTC, aunque hay que hurgar mucho para verlo, es el que se vendía con el kit de desarrollo de aplicaciones para el sistema operativo Android, un regalo interesado de Google al mundo.

Hardware
Es un teléfono de gama alta, con todas las maravillas que se pueden esperar: HSPA, wifi, GPS, sensor magnético, acelerómetros, pantalla táctil capacitiva, cámara con autofocus (pero sin flash) y teclado completo que incluso tiene fila de números, algo que no es muy común en este tipo de terminales. Una riqueza de funciones que contrasta con la tacañería a que nos tienen acostumbrados los fabricantes de toda la vida (sí, te estoy señalando a ti, capaz de presumir de "gama renovada" con cada chorrada que añades).
El cargador es USB, y no hace falta instalar nada en el ordenador para cargar el teléfono: parece obvio, pero con otro cacharro similar tuve que buscarme drivers e instalar un monstruo como el iTunes.
Sin embargo, se nota demasiado que es un modelo no comercial del todo: la pantalla táctil es un tanto errática, y la batería dura muy poco: no solamente hay que cargarlo a diario, sino que frecuentemente no llega vivo al final de un día de trabajo. No está maduro para el uso normal, aunque me cuentan que modelos posteriores (como el HTC Hero) ya no tienen estos problemas. El Bluetooth también está a medio hacer, no permite intercambio de ficheros.

Androide mostrando su teclado y la aplicación de mapas, con la posición actual usando el GPS.

Sistema operativo
Sin duda alguna, lo mejor del teléfono. En sencillez de uso tiene poco que envidiar al iPhone, mientras que es muchísimo más abierto, siendo mucho más sencillo distribuir aplicaciones. La tienda de aplicaciones, el interfaz de usuario, la multitarea, me han parecido aspectos muy bien resueltos, pero los que más me han llamado la atención han sido el sistema unificado de notificaciones, y el mecanismo de comunicación entre procesos llamado intent, una forma muy potente de tratar las aplicaciones como componentes que se pueden llamar unas a otras.
Como única crítica, el excesivo acoplamiento con las aplicaciones web de Google, algo obvio, pues es quien ha desarrollado esta maravilla, pero nunca fue bueno depender tanto de una sola empresa. Eso sí, tener toda mi libreta de direcciones en el teléfono nada más encenderlo por primera vez y meter las credenciales de mi cuenta de Gmail, es una gozada.

La pantalla de notificaciones: llamadas perdidas, SMS, emails, tweets, etc, todos reunidos y accesibles desde el mismo lugar. La tecnología, facilitando la vida al hombre moderno (no se rían).

Aplicaciones

Dos semanas solamente bastan para rozar superficialmente la tremenda riqueza de software disponible, a través del muy bien diseñado 'Android Market'. No es necesario en absoluto conectarlo a un ordenador, se puede hacer todo desde el mismo teléfono.
Una pequeña lista de los programillas que he probado durante estos pocos días:
  • Comunicación: los típicos clientes de Facebook, Gmail, Twitter.
  • Mapas/GPS: Google Maps con posicionamiento y tracks, GPS Status con todos los datos capturados con el sensor, GPS Speed con un velocímetro muy vistoso, ideal para hacer el tonto en el bar del AVE a 280 km/h, CellFinder para encontrar las estaciones base de los alrededores.
  • Realidad aumentada: tan sólo he probado la aplicación Layar, pero esa combinación de cámara, GPS y brújula para añadir información local de una forma tan intuitiva va a cambiar muchas cosas, y Google, cómo no, se forrará, pero merecidamente.
  • Utilidades: ASTRO como gestor de archivos, TasKiller como gestor de tareas (el sistema operativo es muy bueno impidiendo cuelgues, por lo que la utilizaba solamente para evitar procesos en background puliéndose la batería), NetCounter para controlar el consumo de datos, y comprobar que se ha mantenido dentro de lo razonable: menos de 100 MB en dos semanas de uso intensivo, más otros 30 MB de la wifi de mi casa.
    Otra utilidad obligatoria en estos tiempos que corren es un gestor de contraseñas: yo uso el KeePass, que al tener una versión Android me permite exportar la misma base de datos que uso en mi Mac de casa y en el Windows del trabajo.
  • Juegos: salvo el BattleSea, desarrollado por mi amiguete Roman, no he llegado más que a instalarme un par de jueguecitos (Bonsai Blast, Abduction!) a los que no he dedicado ni cinco minutos. Prefiero mencionar las chorraditas basadas en los sensores del teléfono: el detector de metales y la brújula (sensor magnético) y el nivel de burbuja (acelerómetros) que le convierten en una verdadera caja de herramientas. En caso de necesidad, creo que es lo bastante sólido como para cascar un par de nueces. Otra curiosidad es el Barcode Scanner, un lector de códigos de barras usando la cámara del teléfono que busca el producto en Internet, permitiéndonos ver evaluaciones, críticas, etc. que haya por la web; algo muy probable en Estados Unidos, mucho menos en nuestro país. Pero todo llegará.
Androide como caja de herramientas: brújula y nivel de burbuja.

Tan contento he quedado, que he abierto el fondo de ahorro para adoptar un Androide, aunque creo que esperaré a que aparezcan más teléfonos con la versión 2.0, sobre todo el de mi fabricante favorito.
Les dejo con el vídeo de Android 2.0:

28 de octubre de 2009

Agustí Centelles. La caja de la memoria.

Fundación Fiart (Fondo internacional de las artes). Almirante, 1, Madrid. Del 8 de octubre al 7 de noviembre de 2009. Blog dedicado a la exposición.

Agustí Centelles (1909-1985) fue uno de los fotoperiodistas principales de la Barcelona de preguerra y de la Guerra Civil, luego represaliado y refugiado en la fotografía comercial y publicitaria. Redescubierto tras la llegada de la democracia, hace poco se descubrió una caja de zapatos con negativos inéditos, la materia de esta exposición.

Es una muestra pequeña, ideal para un rato si pasamos por el barrio, de imágenes de la vida cotidiana de la Barcelona de antes: modistillas, limpiabotas, algún accidente rodeado de centenares de mirones. También hay mítines, barricadas de 1934 y milicianos posando en el frente de Aragón. En muchas de ellas es evidente la intención estética, la elección del punto de vista y de la perspectiva, que hace que me quede con ganas de ver más fotos de Centelles y agradecido de haberlo descubierto, casi por casualidad.

'Juicio', Agustí Centelles

Apunten el teléfono de la galería: 915 212 353. Puede resultar útil, si la encuentran cerrada y nadie responde al timbre. De nada.

25 de octubre de 2009

El viaje de Robert Frank

Hace unas semanas, este artículo del New Yorker me recordó la existencia de un pequeño volumen en uno de los tres estantes de mi estantería, el único libro de fotografía de los pocos que tengo que se puede llamar un "clásico".
Con calma, pues un libro de fotos hay que trabajarlo como si fuese uno de poesía, deteniéndose en cada poema y leyendo uno, quizá dos al día, lo he vuelto a leer y a admirar, pues lo merece. Tanto, que hasta voy a dedicarle un articulillo.


Robert Frank
The Americans


Prólogo de Jack Kerouac.
Steidl, Göttingen, 2008.
Reedición del de 1958.
180 páginas, 83 fotografías.
Web del editor.


En 1955, el fotógrafo suizo Robert Frank, apadrinado por Walker Evans y Edward Steichen, que le consiguieron una beca de la Fundación Guggenheim, se compra un coche de segunda mano y recorre Estados Unidos, de costa a costa y de norte a sur. Un año más tarde, regresa a Nueva York con más de setecientos sesenta carretes para revelar, unas 27.000 fotos de las que selecciona 83, publicando un pequeño libro titulado 'The Americans' y que cambió la historia de la fotografía contemporánea.

The Americans definió un nuevo estilo, que fue sustituyendo al documentalismo, que había dominado durante varias décadas. Los grandes reportajes de Robert Capa, de Eugene Smith, Cartier-Bresson y muchos otros son reemplazados por unas imágenes mucho más abiertas, equivalentes a una narración sin principio y sin desenlace, una visión del mundo que trata de representar lo mucho que desconocemos y, como consecuencia, lo difícil que resulta tomar una postura y aplicar una receta para resolverlo. Aunque siguen denunciando los aspectos más asquerosos de nuestra sociedad, lo hacen de forma mucho menos explícita, evitando juzgar con precipitación, dejando mucho más ese trabajo al espectador. Pienso en fotógrafos como Diane Arbus, Garry Winogrnad, Lee Friedlander... toda una generación.

Lo que parece una postura más humilde también es mucho más amarga, el idealismo y la certidumbre de los años 30 y 40 evoluciona a unas reflexiones donde no se ve solución, donde la salida es o bien el suicidio o el refugio en la apreciación estética. Pero esto ocurrirá mucho más tarde, el hecho es que la aparición de The Americans tuvo que ser un revulsivo de los que marcan época. Ahora se le considera "una de las obras más importantes de la fotografía del siglo XX", que ya es decir.

Elevator - Miami Beach

Es difícir describir con palabras el estilo de Frank. Como dije antes, son imágenes que no tratan de limitar su posible interpretación: se adivinan ciertas tensiones -raza, clase social-, pero no suelen ser obvias, siempre hay algo que nos hace reconsiderar nuestra primera lectura. Y nunca estaremos del todo seguros, por eso es difícil ser más realista: en la vida real, las cosas pocas veces están tan claras como algunos nos quieren hacer creer. ¿Qué estará pensando la chica del ascensor de Miami Beach? Las sombras que cruzan delante de ella, ¿son huéspedes de un hotel, asistentes a una fiesta, la tratan bien?

En la fotografía de debajo, esos hombres vestidos de domingo rodeados de coches, ¿han ido al funeral de un pariente, o son chóferes que se quedan al lado de sus coches mientras sus ricos patrones dan el pésame a la viuda? Son imágenes a veces llenas de ironía, a veces de tristeza, que no predican, se limitan a declarar un "así es la vida" y dejar que la lectura se la pongamos nosotros.

Funeral - St. Helena, North Carolina

Como objeto físico, The Americans es difícil de superar. Por supuesto, encuadernación y papel de calidad exquisita, y, lo que es más importante, la reproducción de las fotografías es inmejorable, qué riqueza de tonos. Superior a la de muchas exposiciones, además de que estas fotos están hechas para contemplarse en soledad, una a un tiempo, enfrentada a una página en blanco.

El New York Times publicó esta selección de fotografías de The Americans. Disfrútenlas.

12 de octubre de 2009

La Laguna de la Nava en el Corral del Diablo

En Gredos se llama "garganta" lo que en Levante se conoce como "barranco". Normalmente es mucho más espectacular el relieve calizo, mucho más erosionado, que el granítico, casi inalterable, pero todo cambia al pasar a la alta montaña y llegar a los valles de origen glaciar, como en esta ruta.

Una ruta que sigue el patrón lógico: remontar una garganta hasta su origen, un pequeño lago en el centro de un circo glaciar. Dejamos el coche en un aparcamiento muy cerca de Nava del Barco, y subimos por un paraje muy agradable, entre robles, castaños, alisos y huertos de frutales: lo que hace de la comarca de Barco de Ávila mi favorita de la provincia, y donde probablemente me retiraré a tramar la revolución. El bosque deja paso a una zona de prados, y pronto comienzan los amontonamientos de roca y los riscos atormentados propios del modelado glaciar. Pudimos ver un grupo de cabras montesas dedicadas a sus labores: saltar de peña en peña, o, los machos, atizarse cornadas con intento de sodomización incluido. Lo que hay que ver.

El verdadero premio llega al final. Tras una subida bastante cómoda por los grandes escalones de roca por los que cae el arroyo en forma de cascadas (el camino está arreglado y muy bien señalizado), se llega al Corral del Diablo, un estrecho circo cuyo suelo ocupa la Laguna de la Nava.
Lo que se siente, rodeado de enormes paredes de roca viva en un sitio tan pequeño, es difícil de olvidar: un nombre de lo más apropiado.

Datos medidos con el GPS:

  • Distancia recorrida: 21,1 km
  • Tiempo en movimiento: 5h 43'
  • Tiempo parados: 2h 15'

Más simple no se puede: seguir el curso de la garganta hacia las fuentes. Eso sí, los 20 km entre ida y vuelta acaban pesando lo suyo.


La subida es más sencilla de lo que parece al ver este perfil, pues la senda está muy bien trazada. Unos 850 metros de desnivel, aunque los últimos (pasada la laguna) son opcionales.

Sin duda, una de las mejores excursiones que se pueden hacer por Gredos: hermosa, accesible, nada masificada, y con el esfuerzo justo. Habrá que repetir en invierno, a ver qué pinta tiene.

3 de octubre de 2009

Por el valle de la Fuenfría hasta el Montón de Trigo

El valle de la Fuenfría es un territorio comodín para organizar paseos campestres sin complicarse mucho la vida: está cerca de Madrid, se puede llegar en coche o en tren (a Cercedilla, supone un rato más de andar) y está cruzado de rutas que se pueden combinar a voluntad para no tener que repetir nunca. Como toda la sierra del Guadarrama, está siempre lleno de gente, pero una vez nos alejamos algo del aparcamiento, el gentío suele ser tolerable -es peor en primavera, lleno de excursiones de scouts y de niños de colegios de pago-.

El paseo de hoy consistió en llegar al puerto de la Fuenfría por el camino más corto posible (la calzada romana) para atacar el Montón de Trigo, añadido a la ruta para darle un mínimo de esfuerzo físico. Luego volvimos por un camino para mí desconocido: siguiendo la divisoria provincial hasta el collado de Marichiva (¿quién se inventa los nombres?) y desde ahí bajar al aparcamiento por el sendero RV-4, señalizado con círculos rojos pintados en los pinos. El camino de bajada es una delicia, más aún en un día claro y templado de principios de octubre.

Datos medidos con el GPS:

  • Distancia recorrida: 11,2 km
  • Tiempo en movimiento: 3h 35'
  • Tiempo parados: 2h 38'

Ruta superpuesta al mapa de 'La Tienda Verde'. Todos esos círculos de colorines marcan rutas largas y cortas, que pasan por un par de puntos estratégicos, con lo que las combinaciones se ponen bien fáciles.

Perfil sencillo, que concentra toda la subida al principio. El ascenso del Montón de Trigo permite dejar esa parte como opcional, para que los más cansados puedan recuperar fuerzas mientras el resto ataca la montaña. Unos 750 metros de desnivel, que permiten decir que hemos hecho algo.

30 de septiembre de 2009

900 años de griegos y romanos


Robin Lane Fox
The Classical World


Penguin, London, 2005.

704 páginas.


Demasiado tiempo sin leer nada de historia, y más todavía sin reseñar nada en este lugar. Animado por la entusiasta reseña de La Página Definitiva, los bajos precios en Amazon.co.uk y la debilidad de la libra esterlina, me hice con un ejemplar por una cantidad más que razonable, y comencé la lectura.

The Classical World sigue un enfoque poco novedoso, casi anticuado: centrándose casi exclusivamente en la política y en las clases gobernantes, menciona solamente de pasada los elementos que serían casi obligatorios en un tratado de historia más actual: estructura social y económica, la vida cotidiana de la mayoría de la población, las causas profundas de los grandes cambios. No creo que sea un síntoma reaccionario, sino que está dirigido a lectores que ya conocen lo básico del periodo estudiado, por lo que se puede saltar directamente a lo divertido: grandes batallas, vicios y pasiones de los poderosos, lo que fácilmente encontraríamos en los escritos de los historiadores de la época, como en las "Vidas de los doce Césares" de Suetonio. Robin Lane Fox escoge deliberadamente un enfoque narrativo, de grandes sucesos que cambian el mundo; una vez situados en este contexto, en lugar de preocuparnos por el destino de los labradores del Ática o de los esclavos de las minas de azufre, nos queda disfrutar de las orgías de Nerón o de los Juegos Olímpicos. Robin Lane Fox sabe colocarse muy bien en el punto de vista de los grandes personajes del pasado, a la hora de interpretar y analizar sus acciones y razones, lo cual no le hace perder la visión crítica: un ejemplo perfecto es el capítulo que dedica a Cicerón.

Panteón. Roma, octubre de 2007.

El ámbito descrito por The Classical World abarca unos 900 años. Comienza en el siglo VIII antes de Cristo, en la época en que típicamente se sitúa a Homero, recorre el mundo griego de las colonizaciones, los tiranos, el camino hacia la democracia que culmina en la Atenas clásica de los siglos V y IV a.C, Alejandro Magno y el mundo helenístico, y el ascenso de Roma, terminando con el reinado del emperador Adriano, el cual se empeñó en resucitar el mundo clásico, tanto el ateniense antes citado como la edad clásica de Roma, durante el reinado de Augusto. Que sea tan clara la existencia de estos dos periodos clásicos por excelencia demuestra que el mundo grecorromano no tenía nada de estático, estando en continua evolución. Por cierto, el autor nos dice en la introducción el significado original de classicus: era el soldado de primera clase, la infantería pesada que durante muchos siglos supuso el dominio romano sobre el mundo; de ahí que sigamos calificando a lo mejor como lo 'clásico', tantos siglos más tarde.

Robin Lane Fox examina cada época histórica a la luz de tres criterios: la libertad, la justicia, y el lujo, que eran los temas de estudio favoritos de los contemporáneos (las teorías de género o de lucha de clases no habían germinado del todo). Son conceptos que varían a lo largo del tiempo, lo cual hace su análisis todavía más interesante.
Además de en los protagonistas políticos, también se detiene en ciertos hombres de letras, cuya vida y escritos ilustran perfectamente la época que les tocó vivir: Sócrates, Platón, Aristóteles, Cicerón, Plinio, Salustio y Tácito.

Foro. Roma, octubre de 2007.

The Classical World resulta una lectura entretenida, aunque evidentemente no sustituye a una historia rigurosa que emplee criterios más modernos. Con un mínimo de esfuerzo lector, proporciona muchas horas de disfrute, y desde luego completa nuestros conocimientos, no sólo de aquellas civilizaciones de las que decimos descender, sino también de las maniobras políticas de hombres y estados, que no han cambiado tanto.

29 de septiembre de 2009

Utopías de hormigón armado

Oscar Niemeyer
Fundación Telefónica. Del 18 de septiembre al 22 de noviembre de 2009. Web de la exposición.

En mi casa había una enciclopedia Larousse en 20 volúmenes, útil en general pero muy avara en cuanto a láminas en color: habría menos de diez por tomo. Una cosa que nos encantaba a mi hermano y a mí era agarrar uno de esos libracos azul y ocre, abrirlo al azar y encontrar bichos raros, asesinos de masas y ese tipo de cosas que se encuentran en las enciclopedias. Evidentemente, lo primero en que reparábamos eran las escasas láminas en color, por eso recuerdo que había una dedicada a Brasilia, con enormes fotos con esos cielos azul imposible típicos de las postales viejas, imágenes de edificios que parecían sacados de la lectura "Así serán las ciudades del futuro", como la catedral o el parlamento. Formas extrañas llenas de curvas, rampas, ángulos agudísimos donde uno espera ver el cohete o el coche volador.

Poco sabía yo, en mi infancia de los 80, que eso ya estaba totalmente pasado de moda, y que Brasilia, más que el modelo a seguir, se estaba convirtiendo en una pesadilla de pobres acampando en las grandes explanadas, de ciudad fundada a golpe de decreto. Sin embargo, la belleza de los edificios continúa, algo que debemos al arquitecto Oscar Niemeyer, nacido en 1907 y todavía activo.

Experto en la utilización de arriesgadas estructuras de hormigón armado, cubiertas formadas por complejas superficies curvas, arcos parabólicos o hiperbólicos, se oponía a los excesos del racionalismo resultante de la aplicación a rajatabla de los principios del movimiento moderno y su tendencia a llenarnos todo de paralelepípedos inhumanos y, sobre todo, aburridos. Los edificios de Niemeyer son, sobre todo, bellos: sinuosos, sorprendentes, nunca monótonos.

Editorial Mondadori, Milán (1975). Mi proyecto favorito: cómo convierte un edificio de oficinas en algo original y agradable. Ya podía pasarse por donde yo trabajo...

La exposición de la Fundación Telefónica repasa los proyectos fundamentales de la carrera del arquitecto brasileño, aportando maquetas y alguna que otra foto. No es muy espectacular (las maquetas y las fotografías son pequeñas, y no había prácticamente nada más) y estoy convencido que un buen libro de arquitectura con fotografías de gran formato y reproducciones de planos puede aportar mucha más luz sobre la figura de Niemeyer; pero, siendo gratis y estando tan a mano, ¿qué perdemos con pasarnos un rato?.

Claro que una exposición no se va a poner a criticar al homenajeado, pero al ver tanta maqueta llena de rampas para coches y grandes explanadas vacías bajo un sol tropical de muerte, se me empiezan a ocurrir preguntas: ¿cómo son estos edificios en la práctica? ¿sus usuarios los disfrutan, o los temen? ¿y el mantenimiento? Cuando me acuerdo de esas banlieues construidas siguiendo las ideas de Le Corbusier, de esos barrios llenos de pasos elevados tan prácticos para que cuatro mafiosos puedan controlarlo todo, me entra cierta prevención.

Museo de arte contemporáneo de Niteroi (1996), galería de fotos. Debería estar rodeado de gente con escafandra, ¿o no?


Una nota para terminar: Río de Janeiro sería una buena ciudad para los juegos olímpicos del 2016. Mucho mejor que Madrid, en todo caso.

26 de septiembre de 2009

El Cabezo (Serranillos), cruzando la espesura.

La forma habitual de organizar una excursión a un sitio donde no se ha estado antes es documentarse, en Internet o comprando un libro, y, una vez elegida la ruta, comprar o conseguir un mapa (más fácil que nunca gracias al Sigpac), repasar los detalles descritos en el libro y, si se dispone de un GPS, definir unos cuantos waypoints por si acaso. Precauciones siempre útiles, como se verá.

El libro elegido hoy fue "Senderos de Gredos", de Carlos Delgado, Ramón Muñoz y Pilar Sañudo, publicado por la editorial Desnivel el año 2005. Elegimos la ruta 7, que ya sobre el papel no parecía muy fácil, llevamos a cabo los preparativos adicionales, y carretera.

La ruta parte de Serranillos, pueblo situado en la ladera norte del macizo oriental de la Sierra de Gredos, y famoso en toda la provincia de Ávila por sus aceitunas. Se asciende cómodamente por un camino hasta el puerto del Lagarejo, para entonces girar al E y ascender hasta el Cabezo, una subida para ponernos un poco a prueba. Luego, se sigue por la cuerda unos cuantos kilómetros hasta llegar al pico "Cabeza Santa", una parte incómoda porque no hay camino y los piornos y las escobas lo llenan todo. Pero no habíamos visto nada. El descenso, el libro lo ventila con un "Al lado de esta cima hay una valla de piedra que nos guía, al norte, en pronunciado descenso, por una áspera cuerda lateral". La realidad es una cerca de piedra rodeada de un breñal bien espeso por el que hay que abrirse camino como sea, pasando de la cota 2050 a la 1650, echando en falta no un machete, sino una motosierra. Salimos por donde pudimos, luchando primero contra la maleza y luego saltando decenas de cercas, hasta encontrar un camino. No quiero ni pensar cómo habría llegado de no llevar unos pantalones largos en la mochila.

Mis felicitaciones a los autores. Una sugerencia: en lugar de "Senderos de Gredos", que lo llamen "Campo a través por Gredos", mucho más cerca de la realidad.

Datos medidos con el GPS:
  • Distancia recorrida: 17,5 km
  • Tiempo en movimiento: 5h 42'
  • Tiempo parados: 2h 26'

Ruta circular, gran belleza paisajística... y un último tercio bastante desagradable.
Eso sí, las vistas, impresionantes.



Además de los 17 km, el perfil muestra bastante bien la dureza de la excursión: unos 1080 m. de desnivel acumulado.

23 de septiembre de 2009

Serra de Bérnia

Una excursión preciosa, corta (menos de 9 km), fácil (unos 250 m de desnivel) pero con unas vistas alucinantes. Seguimos el PR-7 (descargar aquí la versión oficial) pero empezando desde el norte, desde un caserío al que se llega desde el pueblo de Xaló, nos evitamos la larga y empinada cuesta que tendríamos si saliésemos desde Altea.

Como casi todo por estas tierras, se empieza subiendo una ladera cada vez más empinada hasta que nos encontramos con el paredón de caliza que corona la Serra de Bérnia. Un túnel (llamado el "Forat") nos salva el día permitiéndonos pasar al lado Sur, aunque sea a ratos en cuclillas y hasta de rodillas. No llegó a hacer falta reptar por el barro. Una vez al otro lado, asomamos a una vista impresionante de la Marina Baja, que se abre hacia la costa, Altea y esa especie de Sin City que es Benidorm, pudiendo verse la línea de costa hasta Alicante capital. Al otro lado, la Sierra de Aitana y el Puig Campana.

Un rato de paseo cuidadoso por la ladera sur, hasta llegar al Fort, una construcción militar de tiempos de Felipe II, cuando había que controlar a los moriscos y lugar ideal para comer el bocadillo entre sus ruinas. Y de ahí al punto de partida, un rato de paseo, comprobando cómo vuelve a cambiar la vegetación al cambiar de vertiente.

Datos medidos con el GPS:
  • Distancia recorrida: 8,8 km
  • Tiempo en movimiento: 2h 32'
  • Tiempo parados: 1h 50'


Nuestro recorrido, superpuesto al siempre útil mapa topográfico 1:25.000 del Sigpac. Evidentemente, mi GPS perdió la señal al cruzar el Forat.


El perfil, cómodo salvo esa subidita del principio, tan buena para entrar en calor y que parezca que estamos haciendo algo.


Foto de satélite (cortesía de Google Earth, siempre tan amable) del Fort. Imposible imaginarse la forma de estrella cuando se está entre sus ruinas.

Serra de Serrella (Facheca-Pla de la Casa)

El increíblemente intrincado relieve del norte de la provincia de Alicante da para muchas excursiones, bien señalizadas y documentadas en el amplio catálogo de rutas de pequeño recorrido que edita la comunidad autónoma. En este caso, seguimos el PRV-182, cuya descripción se puede descargar aquí.

Partiendo del pueblo de Facheca (Fageca en castellano, sabe Dios por qué), se asciende a las mayores alturas de la Serra de Serrella, escarpada como sólo lo puede ser el relieve calcáreo. En lo alto, el Pla de la Casa con un enorme pozo de nieve, al que le falta el tejado. Hasta ahora sólo había visto el que hicieron para abastecer El Escorial, pero éste no se queda atrás.
La bajada se hace dura, al ir constantemente por cornisas y pedreras. Pero es un camino entretenido y no se hace largo, con unas vistas alucinantes sobre todo para los que estamos más acostumbrados a las redondeces del granito.

La vegetación de la zona, bastante fiera. Parece como si me hubiera peleado con un gato.

Datos medidos con el GPS:
  • Distancia recorrida: 10,3 km
  • Tiempo en movimiento: 3h 34'
  • Tiempo parados: 2h 34'

Recorrido circular, cruzando dos veces el espinazo de la sierra, que permite contemplar el paisaje desde todos los ángulos posibles.


Perfil algo cansado pero no excesivo, unos 600 m de desnivel concentrados en el primer tercio de la ruta. En el resto, a mirar dónde se pisa.

12 de septiembre de 2009

Contemplando la llegada del otoño desde Peñalara

El pico de Peñalara, la cima más alta de la sierra de Guadarrama (2428 m.) es de lo más accesible, situado a un corto paseo del puerto de Cotos. El paseo de hoy, un clásico, arranca ascendiendo la hilera de cumbres -Dos Hermanas, Peñalara, y los riscos de Los Pájaros y Los Claveles- para luego regresar recorriendo el circo de origen glaciar y el rosario de lagunas que recogen el agua del macizo. La ruta concentra el esfuerzo en el primer tramo, para luego convertirse en agradable paseo entre lagunas y praderas, a un lado el paredón que hemos ascendido antes y al otro unas vistas de toda la provincia de Madrid.

Eso si no se pone a llover, claro. Si el aguacero se hubiese esperado a una hora normal (a partir de las cuatro de la tarde, como manda la tradición tormentosa), el paseo habría durado una o dos horas más. Pero, tras este verano infernal, el olor de la tierra mojada es una recompensa.

Datos medidos con el GPS:
  • Distancia recorrida: 13,6 km
  • Tiempo en movimiento: 3h 53'
  • Tiempo parados: 1h 16'
La popular ruta. Primero el tramo más al E, por las cumbres, para hacer la vuelta por el circo.


Perfil sencillo, y no demasiado exigente (600 m), basta con tomarse con calma la subida inicial

7 de septiembre de 2009

Tecnologías trastornantes

Clayton M. Christensen
The Innovator's Dilemma


Harvard Business School Press
Boston, 1997
179 páginas.


No suelo leer libros de gestión empresarial, menos aún los que se convierten en bestsellers, como ese del queso o ese otro de la inteligencia emocional. Tampoco me dejo tentar con los gurús del easy reading, estilo Malcolm Gladwell o Chris largacola Anderson. Esa fórmula de repetir una idea simple todas las veces que hagan falta para llenar trescientas o cuatrocientas páginas, justificándola a base de anécdotas o de estadísticas cuidadosamente cocinadas aburre y muchas veces el argumento no es menos fantasioso que las aventuras de los hobbits. Pero cuando alguien me recomienda una obra con un par de buenas razones, tiendo a hacerle caso. Incluso alguna vez llegué a reseñar un libro de gestión de proyectos software, el notable Peopleware de Tom deMarco. Viendo además que no son ni 200 páginas, la decisión estaba clara.

El primer problema que surge al tratar de comentar este libro es cómo traducir la palabra disruptive, adjetivo que si no sale mil veces, no sale ninguna. Si el sustantivo disruption es una interrupción, un trastorno, el adjetivo que toca es 'trastornante': no suena muy bien, pero no vamos a ponernos estupendos colocando 'revolucionario' al hablar de empresitas; las revoluciones son otra cosa. Claro que dado que nuestra querida Real Academia reconoce el palabro "disruptivo" (que produce ruptura brusca), el problema queda resuelto.

La tesis principal del libro es que, cuando llega una tecnología realmente disruptiva, las compañías bien gestionadas (de las otras ni hablamos) no responden adecuadamente a la amenaza, de modo que, pasados unos años, si no desaparecen por completo son desplazadas de los primeros puestos de su sector por otras, aupadas por la nueva tecnología. Lo ilustra con un completo ejemplo de la evolución de una industria bien conocida, la de los discos duros, cómo los saltos tecnológicos solían ir acompañados de una recolocación de las compañías de más éxito: cada pocos años, al pasar de 14 pulgadas a 8'', y de éstas a 5,25'' y luego a 3,5'', la lista de fabricantes por volumen de ventas cambiaba casi por completo. Todo esto bien respaldado por cifras y gráficos, el hombre hizo un estudio en condiciones (compárese con el "todo es gratis" de cierto iluminado).

Como ilustración, una maquinita. Noviembre de 2008.

Otro capítulo lo dedica a un sector más tranquilo: las excavadoras, cómo las grandes máquinas movidas por cables y poleas acabaron arrinconadas por una tecnología que al principio sólo servía para hacer pequeñas palas que se acoplaban a los tractores agrícolas, la hidráulica. Tras estos ejemplos hace el primer diagnóstico: las compañías que fallaron no lo hicieron por estar mal gestionadas ni por ser técnicamente incapaces (frecuentemente producían prototipos de las nuevas tecnologías). Pero es precisamente las características que las hacen ser bien gestionadas las que las llevan al fracaso: tienen buenos procesos de análisis de mercado, escuchan a sus clientes, por lo que automáticamente asignan recursos donde están los beneficios. Y, como en una tragedia griega, no se dan cuenta de lo que se les viene encima hasta que es demasiado tarde.

Es difícil identificar una tecnología 'disruptiva' antes de que haya puesto todo patas arriba. Christensen las contrapone a tecnologías 'mantenedoras', que frecuentemente requieren mucha más inversión. Las tecnologías mantenedoras mejoran el producto, pero no producen una alteración sustancial del mercado. Por ejemplo, las cabezas de lectura/escritura magnetorresistivas sustituyeron a las tradicionales de ferrita tras verdaderas proezas técnicas, consiguiendo una mejora enorme en las densidades de almacenamiento, pero no cambió nada en la competencia entre empresas, porque todas estaban al tanto e hicieron las inversiones necesarias.

En cambio, las tecnologías disruptivas tienen características comunes: suelen construir productos más sencillos y baratos, que no pueden competir contra los de empresas establecidas en prestaciones o calidad, pero gracias a su menor precio crean un mercado que a la larga les permite atacar a las anteriores. El ejemplo en los discos duros fue algo tan tonto como la reducción de tamaño: arquitecturas más sencillas, discos peores en cuanto eran más lentos y tenían menor capacidad, pero su menor precio por unidad les hizo atractivos para otro tipo de clientes -por ejemplo, los fabricantes de ordenadores personales frente a los de miniordenadores-. La evolución del mercado hizo el resto.

Christensen analiza el fenómeno de una forma muy estructurada: cómo la tendencia natural es a mejorar el producto y a tender a posiciones de mayor precio y calidad, lo que deja hueco a versiones más simples; los procesos, y sobre todo la cultura de una empresa hace prácticamente imposible un cambio radical de rumbo. La característica más deseada de un producto evoluciona siguiendo algo parecido a un ciclo de vida: primero es la funcionalidad, luego pasa a ser la fiabilidad, más adelante pasan a importar la conveniencia y facilidad de uso, y finalmente, cuando todos son lo bastante buenos, acaba por considerarse únicamente el precio. Si los fabricantes se empeñan en seguir mejorando el producto, lo único que conseguirán es salirse del mercado, pues estarán ofreciendo algo que aquél no demanda.

En la segunda parte del libro, Christensen aplica las conclusiones del análisis anterior a la gestión empresarial: cómo reconocer una tecnología disruptiva, cómo organizar la empresa para sacar provecho -dependiendo de ciertas condiciones de partida, recomienda varios enfoques distintos-, cómo tienen que cambiar los métodos de gestión cuando se trata de una innovación de este tipo. Plantea unos dilemas cuyo enunciado es prácticamente la conclusión del libro, y una serie de recomendaciones para tratar de ser el cazador y no la presa.

'The Innovator's Dilemma' no es una lectura fácil, ni probablemente pretenda serlo, pues se trata de un libro de texto, aunque el interés de las conclusiones y la buena elección de los ejemplos hacen que no cueste demasiado esfuerzo de motivación llegar hasta el final. Sin ser un tratado de física, la exposición de premisas y argumentos sigue un curso bastante riguroso, sin grandes saltos que nos hagan recurrir a la fe en lugar de a la razón. No ofrece recetas milagrosas, pero sí permite añadir un par de herramientas de análisis más a las que estamos acostumbrados. Sin olvidar las condiciones de contexto: estamos en el mundo de las empresas decentes, nada de jefes cantamañanas ni simplemente criminales.

Otro motivo por el que puedo decir sin reservas que este libro me ha gustado es que se corresponde muy bien con mi experiencia, ya son diez años trabajando en un sector donde los ciclos tecnológicos son muy cortos y este tipo de fenómenos se ven cada poco tiempo. Las recomendaciones de la parte final muestran claramente quiénes son los destinatarios del libro: ejecutivos, consejeros áulicos, marcadores de estrategias, casi siempre en el ámbito de grandes corporaciones. Aunque estoy un poco lejos de todo eso, nunca está de más levantar un poco la vista del surco y tratar de ver adónde vamos.