25 de octubre de 2009

El viaje de Robert Frank

Hace unas semanas, este artículo del New Yorker me recordó la existencia de un pequeño volumen en uno de los tres estantes de mi estantería, el único libro de fotografía de los pocos que tengo que se puede llamar un "clásico".
Con calma, pues un libro de fotos hay que trabajarlo como si fuese uno de poesía, deteniéndose en cada poema y leyendo uno, quizá dos al día, lo he vuelto a leer y a admirar, pues lo merece. Tanto, que hasta voy a dedicarle un articulillo.


Robert Frank
The Americans


Prólogo de Jack Kerouac.
Steidl, Göttingen, 2008.
Reedición del de 1958.
180 páginas, 83 fotografías.
Web del editor.


En 1955, el fotógrafo suizo Robert Frank, apadrinado por Walker Evans y Edward Steichen, que le consiguieron una beca de la Fundación Guggenheim, se compra un coche de segunda mano y recorre Estados Unidos, de costa a costa y de norte a sur. Un año más tarde, regresa a Nueva York con más de setecientos sesenta carretes para revelar, unas 27.000 fotos de las que selecciona 83, publicando un pequeño libro titulado 'The Americans' y que cambió la historia de la fotografía contemporánea.

The Americans definió un nuevo estilo, que fue sustituyendo al documentalismo, que había dominado durante varias décadas. Los grandes reportajes de Robert Capa, de Eugene Smith, Cartier-Bresson y muchos otros son reemplazados por unas imágenes mucho más abiertas, equivalentes a una narración sin principio y sin desenlace, una visión del mundo que trata de representar lo mucho que desconocemos y, como consecuencia, lo difícil que resulta tomar una postura y aplicar una receta para resolverlo. Aunque siguen denunciando los aspectos más asquerosos de nuestra sociedad, lo hacen de forma mucho menos explícita, evitando juzgar con precipitación, dejando mucho más ese trabajo al espectador. Pienso en fotógrafos como Diane Arbus, Garry Winogrnad, Lee Friedlander... toda una generación.

Lo que parece una postura más humilde también es mucho más amarga, el idealismo y la certidumbre de los años 30 y 40 evoluciona a unas reflexiones donde no se ve solución, donde la salida es o bien el suicidio o el refugio en la apreciación estética. Pero esto ocurrirá mucho más tarde, el hecho es que la aparición de The Americans tuvo que ser un revulsivo de los que marcan época. Ahora se le considera "una de las obras más importantes de la fotografía del siglo XX", que ya es decir.

Elevator - Miami Beach

Es difícir describir con palabras el estilo de Frank. Como dije antes, son imágenes que no tratan de limitar su posible interpretación: se adivinan ciertas tensiones -raza, clase social-, pero no suelen ser obvias, siempre hay algo que nos hace reconsiderar nuestra primera lectura. Y nunca estaremos del todo seguros, por eso es difícil ser más realista: en la vida real, las cosas pocas veces están tan claras como algunos nos quieren hacer creer. ¿Qué estará pensando la chica del ascensor de Miami Beach? Las sombras que cruzan delante de ella, ¿son huéspedes de un hotel, asistentes a una fiesta, la tratan bien?

En la fotografía de debajo, esos hombres vestidos de domingo rodeados de coches, ¿han ido al funeral de un pariente, o son chóferes que se quedan al lado de sus coches mientras sus ricos patrones dan el pésame a la viuda? Son imágenes a veces llenas de ironía, a veces de tristeza, que no predican, se limitan a declarar un "así es la vida" y dejar que la lectura se la pongamos nosotros.

Funeral - St. Helena, North Carolina

Como objeto físico, The Americans es difícil de superar. Por supuesto, encuadernación y papel de calidad exquisita, y, lo que es más importante, la reproducción de las fotografías es inmejorable, qué riqueza de tonos. Superior a la de muchas exposiciones, además de que estas fotos están hechas para contemplarse en soledad, una a un tiempo, enfrentada a una página en blanco.

El New York Times publicó esta selección de fotografías de The Americans. Disfrútenlas.

1 comentario:

Lansky dijo...

Me gusta el paralelo que estableces entre un libro de fotos y uno de poesía, en la forma demorada o morosa de contemplarlo. El libro de Evans es un clásico, en efecto, muy complementario con ciertos textos contemporáneos de las fotos