29 de septiembre de 2009

Utopías de hormigón armado

Oscar Niemeyer
Fundación Telefónica. Del 18 de septiembre al 22 de noviembre de 2009. Web de la exposición.

En mi casa había una enciclopedia Larousse en 20 volúmenes, útil en general pero muy avara en cuanto a láminas en color: habría menos de diez por tomo. Una cosa que nos encantaba a mi hermano y a mí era agarrar uno de esos libracos azul y ocre, abrirlo al azar y encontrar bichos raros, asesinos de masas y ese tipo de cosas que se encuentran en las enciclopedias. Evidentemente, lo primero en que reparábamos eran las escasas láminas en color, por eso recuerdo que había una dedicada a Brasilia, con enormes fotos con esos cielos azul imposible típicos de las postales viejas, imágenes de edificios que parecían sacados de la lectura "Así serán las ciudades del futuro", como la catedral o el parlamento. Formas extrañas llenas de curvas, rampas, ángulos agudísimos donde uno espera ver el cohete o el coche volador.

Poco sabía yo, en mi infancia de los 80, que eso ya estaba totalmente pasado de moda, y que Brasilia, más que el modelo a seguir, se estaba convirtiendo en una pesadilla de pobres acampando en las grandes explanadas, de ciudad fundada a golpe de decreto. Sin embargo, la belleza de los edificios continúa, algo que debemos al arquitecto Oscar Niemeyer, nacido en 1907 y todavía activo.

Experto en la utilización de arriesgadas estructuras de hormigón armado, cubiertas formadas por complejas superficies curvas, arcos parabólicos o hiperbólicos, se oponía a los excesos del racionalismo resultante de la aplicación a rajatabla de los principios del movimiento moderno y su tendencia a llenarnos todo de paralelepípedos inhumanos y, sobre todo, aburridos. Los edificios de Niemeyer son, sobre todo, bellos: sinuosos, sorprendentes, nunca monótonos.

Editorial Mondadori, Milán (1975). Mi proyecto favorito: cómo convierte un edificio de oficinas en algo original y agradable. Ya podía pasarse por donde yo trabajo...

La exposición de la Fundación Telefónica repasa los proyectos fundamentales de la carrera del arquitecto brasileño, aportando maquetas y alguna que otra foto. No es muy espectacular (las maquetas y las fotografías son pequeñas, y no había prácticamente nada más) y estoy convencido que un buen libro de arquitectura con fotografías de gran formato y reproducciones de planos puede aportar mucha más luz sobre la figura de Niemeyer; pero, siendo gratis y estando tan a mano, ¿qué perdemos con pasarnos un rato?.

Claro que una exposición no se va a poner a criticar al homenajeado, pero al ver tanta maqueta llena de rampas para coches y grandes explanadas vacías bajo un sol tropical de muerte, se me empiezan a ocurrir preguntas: ¿cómo son estos edificios en la práctica? ¿sus usuarios los disfrutan, o los temen? ¿y el mantenimiento? Cuando me acuerdo de esas banlieues construidas siguiendo las ideas de Le Corbusier, de esos barrios llenos de pasos elevados tan prácticos para que cuatro mafiosos puedan controlarlo todo, me entra cierta prevención.

Museo de arte contemporáneo de Niteroi (1996), galería de fotos. Debería estar rodeado de gente con escafandra, ¿o no?


Una nota para terminar: Río de Janeiro sería una buena ciudad para los juegos olímpicos del 2016. Mucho mejor que Madrid, en todo caso.

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