Martin Amis
Koba The Dread. Laughter and the Twenty Million
(Koba el terrible. La risa y los veinte millones)
Vintage, London, 2003.
272 páginas.
Si algún ser, humano o thread escapado de su máquina virtual, sigue este blog de manera más o menos regular, se habrá percatado de que tengo cierto interés por el Gulag, esa sima de sufrimiento que durante tanto tiempo se infligió a los desgraciados habitantes del paraíso socialista. Novelas breves, como la magnífica Un día en la vida de Iván Denisovich; largos ensayos, como el primer tomo del Archipiélago Gulag, ambos de Solzhenitsyn, y volúmenes de cuentos, como los escalofriantes Relatos de Kolimá, de Shalamov, han proporcionado material a mis pesadillas, y mucha pavura ante cualquier utopía. Mis lecturas más recientes han llegado hasta la patética versión norcoreana, en formato comic, en el magnífico Pyongyang.
Si de algo quedé convencido, es del valor que tiene la forma elegida en la narración a la hora de transmitir el horror y la desesperación que sin duda reinaba en tan poco amenos parajes. La elección de Solzhenitsyn en Iván Denisovich, presentando como rutinario lo que para cualquiera sería pura pesadilla; la estructura de relato breve, sorprendiendo al lector con desenlaces apenas entrevistos pero que dejan mal cuerpo, de Shalamov, o incluso la mirada sardónica a la sociedad norcoreana de Guy Delisle, funcionan mil veces mejor que el catálogo de horrores de la obra más conocida de todas las que cito, el Archipiélago. Es mucho más efectivo seguir a un zek en sus idas y venidas para sobrevivir un día más, que cientos de páginas describiendo horrores, con acumulación de cifras y acusaciones a quienes no supieron verlo a tiempo.
Lo poco que he leído de Martin Amis me gustó ('Money', hace ya mucho tiempo), así que, al enterarme de que entre su amplia producción hay un libro dedicado a los crímenes del estalinismo, lo metí en el saco (en estos tiempos, en el carrito del e-commerce). La portada, mostrando un joven y risueño Jósif Dzugashvili, es todo un hallazgo. Pero el encanto se desvanece bien pronto: se trata de una especie de ensayo, a modo de denuncia de los crímenes bolcheviques, por una parte, y por la ceguera de gran parte de los intelectuales occidentales, por otra.
Teniendo en cuenta que lo escribió en 2002, no es una iniciativa especialmente heroica; allá el señor Amis con las cuentas que tuviera que saldar, el caso es que el resultado es francamente decepcionante.
Partiendo de la tesis de que todo en el régimen fundado por los bolcheviques es malo y criminal, comenzando por las primeras acciones de Lenin y Trotski en la guerra civil y primeros intentos de colectivización agraria, se lanza a describir una larga lista de atrocidades, burradas y absurdos cometidos por los dirigentes de la URSS, incluyendo algún puyazo que otro a los que lo alababan desde la comodidad y seguridad de los ricos países de la Europa occidental.
Sin dejar de estar de acuerdo con el fondo de la cuestión, creo que en la acumulación de denuncias se cuelan algunos ataques personales un tanto triviales -que Lenin no fuera un gigante de la filosofía y sus lecturas un tanto mediocres, no creo que merezcan tantas páginas-, y a base de negar todo lo que supuso el comunismo, acaba por idealizar el régimen de los zares, lo cual ya es pasarse de frenada. En ocasiones se cuela un tufillo clasista que tampoco me entusiasma: ¿qué pasa, que si el padre de uno fue un humilde trabajador ya no se puede esperar nada bueno?. Quizá me estoy dejando llevar por el hastío provocado por Koba the Dread, sus innumerables repeticiones y anécdotas extraídas de otras obras, pero no vale ni lo que uno solo de los Relatos de Kolimá. En este caso, mucho mejor recurrir a las fuentes.