4 de mayo de 2014

Adolfo

Gregorio Morán
Adolfo Suárez, ambición y destino.

Debate, 2011
640 páginas


Aus so krummen Holz, als woraus der Mensch gemacht ist, kann kein ganz Gerades gezimmert werden

Immanuel Kant 

Gregorio Morán (Oviedo, 1947) es un veterano periodista que actualmente escribe para La Vanguardia. Muchas de sus columnas están disponibles en la web de opinión Caffe Reggio. Le descubrí, como tantas otras cosas buenas, a través de La Página Definitiva, y, aunque no estoy de acuerdo con mucho de lo que escribe, como esa profunda animadversión hacia Frau Merkel y Alemania en general, disfruto leyéndole. Aquí tienen ustedes una larga entrevista, con espacio suficiente para hacerse una idea de su agilidad mental y su audacia a la hora de contarnos lo que ocurrió, a diferencia de tanta vaca sagrada del periodismo patrio.

Aunque yo llegué un poco tarde para conocer a Adolfo Suárez en sus buenos tiempos y sí pude ser testigo de la triste etapa del CDS y de su lamentable final, el hecho de haberme criado en Ávila hace seguramente que sea un personaje mucho más presente para mí que para la mayoría de mi generación. El carnaval que prepararon su hijo y la caterva que nos gobierna en torno a su agonía, esas obscenas alabanzas finales pronunciadas con la habitual jeta de cemento armado por quienes en vida hicieron todo lo posible para hundirle, junto con la curiosidad por leer algo más sobre esa Transición que ha parido un sistema político tan corrupto y difícil de reformar, me empujaron a hacerme con una copia digital de Adolfo Suárez, ambición y destino, que para eso cuesta la tercera parte que el tocho de papel. Tenía además muchas ganas de leer algo más que una columna de Gregorio Morán.

El libro está dividido en dos grandes partes y un pequeño epílogo. La primera parte cuenta los años cruciales que transcurren entre la muerte de Franco y el golpe de Estado del 23-F, en que un político desconocido preside la archifamosa y mil veces benedicta Transición. Gregorio Morán es ideal para describir esas maniobras magistrales de don Torcuato Fernández Miranda para aprobar la Ley de Reforma Política y para imponer a un Presidente del Gobierno en teoría fácilmente manipulable, el cual desarrolla cierta voluntad propia y desvía el curso de los acontecimientos. Para el autor ese dogma -tantas veces enunciado en casi todos los medios de comunicación y por casi todos los políticos- de una Transición modélica no existe, y es de agradecer, pues muchos de los resultados se entienden mejor como consecuencias de improvisaciones y decisiones con la vista puesta en el muy corto plazo.

También es muy de agradecer que no se muerda la lengua a la hora de calificar a los personajes que tanta influencia tuvieron en este sistema cojo y corrupto que nos toca aguantar y sostener con el fruto de nuestro trabajo: rey, ex-ministros franquistas, meapilas falaces duchos en aplicar la puñalada en la espalda, líderes de la oposición dispuestos a venderse por nada, militares felones... los casos de Tarradellas y de Leopoldo Calvo Sotelo son buenos ejemplos.

Me puedo imaginar muy bien el cabreo mayúsculo de quienes creían que el Poder era suyo por nacimiento cuando se les coló un advenedizo sólo porque era más listo y más trabajador que ellos. Esa alta burguesía, sobre todo madrileña, que considera de su propiedad el Estado y las grandes corporaciones del capitalismo-BOE, para la que los demás somos súdbitos, y que sigue tan bien representada en los dos partidos mayoritarios. Tardaron poco en arreglar el fallo, haciéndole la vida imposible y capaces de dinamitar el sistema si hacía falta, hasta llegar a un golpe de Estado en el que el papel del rey está cada vez más claro...

 Una encina muy dramática. Ávila, 2014.

La segunda parte es mucho más biográfica: son los años de formación y ascensión del personaje, desde su nacimiento en Cebreros hasta convertirse en un candidato a los más altos puestos del aparato de propaganda del régimen, pasando por una lista interminable de cargos en la bizantina organización del Movimiento Fascista y del MiniTrue (digo, Ministerio de Información y Turismo), saltando de protector en protector.

Suárez aparece como trepa impenitente, muy malo para los estudios (fracasa en las oposiciones, filtro para casi todo en el tardofranquismo, y es totalmente incapaz de aprender idiomas), pero muy hábil para la labor de pico y pala de ganarse la confianza del poderoso de turno. No conoce límites: como ejemplo le tenemos removiendo cielo y tierra para hacerse con un apartamento de veraneo contiguo al del ministro Camilo Alonso Vega.
Es la parte que justifica la cita del principio de esta reseña: cualquiera que la lea no podrá hacerse una idea demasiado elevada del personaje, capaz de todo por medrar, usando amistades y cargos siempre en su beneficio con un descaro monumental.

El contexto dentro de su hábil navegación por entre los cargos del Movimiento es la lucha sorda entre falangistas y Opus Dei, muy bien resumida en esta serie del blog Historias de España. Tanta profusión de nombres, corrientes y anécdotas se hace a ratos un tanto farragosa; aunque ilustran muy bien esa época corrupta y sombria, un poco más de síntesis habría sido de agradecer. De lo que no hay duda es que el lector se puede hacer una idea muy completa de la época y del personaje: algo que por ejemplo yo no sabía es que, a pesar de que el interés de Adolfo Suárez por el dinero era simplemente como medio para lo que de verdad era importante, el Poder con mayúscula, también estuvo envuelto en casos de malversación del dinero de todos.

Finalmente, la tercera parte, tan breve que más bien parece un epílogo, cuenta la travesía del desierto con el partido que Suárez fundó tras ser expulsado de la presidencia del Gobierno, hasta disolverse entre pactos con el enemigo, financiaciones oscuras y amigos de mala reputación. Al igual que la segunda me pareció muy larga, aquí si he echado en falta algo más de extensión, entre otras cosas para poder compararlo con mis recuerdos probablemente fragmentarios e inexactos, pero me he quedado como estaba.

Gregorio Morán no se asusta a la hora de calificar a muchos personajes que pululan por este libro como se merecen: hay muchos felones, farsantes, imbéciles y malasombras que hicieron todo lo posible para que ahora disfrutemos de este sistema político tan caciquil y corrompible. Ahorra calificativos a Suárez, porque como es lógico hay material de sobra para que el lector pueda llegar a sus propias conclusiones. No les aburriré con las mías, aunque digamos que soy de los que piensa que sobran homenajes y falta información veraz sobre el pasado reciente de este país.

He disfrutado leyendo este libro y lo recomiendo sin reservas, aunque en una obra tan larga también hay algunos defectos, que podrían haberse corregido con algo más de trabajo de edición: algo tan periodístico como el uso excesivo de frases hechas (llegó un momento en que empezaba a ganar las apuestas contra mí mismo en plan "verás como ahora suelta lo de segar la hierba bajo los pies") y manías personales, como esa contra los "gallegos ejerciendo de gallegos", que deja de tener gracia a la tercera o cuarta mención.
Y ese pecado original de nacer en una provincia pobre, "ser de provincias", que al parecer no se lava ni con sangre.

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