El valle del Lozoya ocupa la esquina norte de la provincia de Madrid. Abierto hacia el NE, es frío y húmedo, ideal para el verano, pero en este extrañamente cálido mes de noviembre también tiene su atractivo. La cabecera del valle, entre Peñalara y Rascafría, está cubierta de bosque: pinos y robles entre los que se pueden ver llamativos acebos con sus bolitas rojas. Y setas, muchas setas de todas las formas y colores, aunque servidor es de los que las deja en su sitio, aunque luego en el restaurante es lo primero que pido. Y eso que todas las setas son comestibles, por lo menos una vez.
¡Numérense! Prácticamente llegando al final
Captura de pantalla del programa Garmin Base Camp con el 'track' grabado por el GPS. Saliendo del aparcamiento en la esquina NE, se remonta el río para luego girar a la derecha hasta encontrar el camino de vuelta.
Quitando esto, es una ruta sencillísima y bien hermosa, todo el tiempo atravesando el bosque: no hay muchas oportunidades por estas latitudes arboricidas de andar varias horas entre árboles. Si añadimos los colores del otoño y las setas, es un paseo magnífico; además no hay demasiada gente, probablemente al estar a 100 km de la capital.
Colores del otoño, en un tranquilo estanque marcado en el mapa
Datos medidos con el GPS:
- Distancia: 16.8 km
- Tiempo andando: 3h 50'
- Tiempo parados: 2 h
- Desnivel: 630 m
El cómodo perfil de la etapa
Para terminar, una foto de colorines que justifica llevar una cámara y no depender sólo de la del móvil
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