Esta reseña, publicada inicialmente el 8/1/2008 en mic-culturilla, inicia la recuperación de artículos hacia el blog: la gran época del Ancien Régime tras la Paz de Westfalia descrita en un tratado de historia de los de siempre, con sus batallitas.
Tim Blanning
The Pursuit Of Glory. Europe 1648-1815
(La búsqueda de la Gloria. Europa 1648-1815)
Viking, New York, 2007. 708 páginas.
Tras leer la historia del siglo XX y la trilogía de Hobsbawm sobre "el siglo XIX largo", llegó la hora de retroceder un poco más en el pasado, entrando en la época de los palacios a la moda de Versalles, las pelucas y los tapices que cuentan heroicas batallas. La lectura de una elogiosa crítica en The Economist, muy respetable publicación en asuntos culturales, llamó mi atención sobre este volumen, uno de los primeros en publicarse de la colección Penguin sobre Historia de Europa.Mi interés por la historia, las críticas positivas,la debilidad del dólar, y una buena oferta me llevaron a hacerme con un ejemplar y a dedicar unas semanas a su lectura. ¿Valió la pena? La respuesta, como de costumbre, a continuación:
Emprender la lectura de un libraco de 700 páginas es una decisión que debe estar bien fundamentada; el lector invertirá muchas horas de su escaso tiempo libre, y más vale que obtenga un buen rendimiento. Si por lo menos estuviéramos hablando de una novela, podríamos confiar en que la empatía por los personajes y el interés por sus aventuras nos hicieran más llevaderos los centenares de páginas, pero aquí lo que tenemos en las manos es un tratado de historia. Dicho de otra forma, un libro de texto. Eso sí, con personajes como el Rey Sol, Federico el Grande, Catalina de Rusia, Voltaire, Nelson y Napoleón, y más batallitas entre alianzas cambiantes que en un juego de tablero de esos de conquistar el mundo, sólo hace falta que el escritor lo cuente bien para que el lector haga un gran negocio con su tiempo. Y como una calificación Moody's cualquiera, aquí está mi reseña para minimizar el riesgo del lector, prometiendo acabar de una vez por todas con esta lamentable metáfora financiera.
El libro sigue una estructura temática, dividiéndose en cuatro grandes bloques. Para ponernos en contexto, nada mejor que unos capítulos sobre la economía y población de la época: tímidos progresos en la agricultura y en las manufacturas, impedimentos al comercio, plagas, hambrunas y demás bendiciones para mayor disfrute de la población, etc. El primer capítulo del libro, Comunicaciones, es magistral, alternando el frío análisis de la cuestión con testimonios de los desventurados viajeros de la época,adornados con todos los adjetivos necesarios. Es una tónica constante durante todo el libro, y muy de agradecer, pues lo hace muy ameno: ¿qué otra cosa se puede esperar de una época en que se puede recurrir a ingenios de la talla de Voltaire o Federico el Grande?El segundo gran bloque está dedicado a la política: organización del estado, absolutismo -no tan absoluto-, formas de gobierno más avanzadas (Países Bajos, Reino Unido), reformas y revoluciones. Es probablemente la parte más árida del libro, que se ve compensada con el capítulo Gobernantes y sus élites, una narración brillante sobre las dinastías europeas, sus locuras, salvajadas y fracasos, desde los logros de Prusia y las animaladas de los rusos a la imbecilidad y decadencia absoluta de España... salvando a Carlos III, claro está. Contiene un buen análisis sobre las causas de la Revolución Francesa.
Roma, octubre de 2007
Posteriormente, llega el inevitable análisis sobre pensamiento,ciencia y artes, construido a partir de la tensión entre sentimiento y razón: las pasiones desenfrenadas del periodo barroco son sustituidas por la fría razón ilustrada y la estética clásica, hasta que Europa, aburrida,se lanza a la exaltación del Romanticismo. Tim Blanning no duda en defender convincentemente algunas ideas enfrentadas a las convenciones dominantes sobre este periodo histórico, como ejemplo queda el capítulo sobre la religión. A pesar de que frecuentemente se lo identifica con el panteísmo y ateísmo asociados normalmente a la Ilustración, el siglo XVIII vio un resurgimiento del interés religioso en Europa, construcción de monasterios, peregrinaciones, nuevas confesiones protestantes... que probablemente era lo que primero notaba la gran mayoría de la gente, alejada de las logias de los acaudalados y descreídos gobernantes.La parte final del libro, hábilmente titulada Guerra y Paz, es una larga y trepidante narración sobre alianzas con acuerdos secretos, declaraciones de guerra, batallas decisivas que no resuelven nada y tratados de paz que como mucho llegaron a la categoría de 'tregua'. La mejor descripción que se puede dar de la época es: “el mundo de Barry Lyndon”, cualquiera que haya visto la película sabrá a qué me refiero. Aunque a veces repite hechos ya referidos en el capítulo sobre política dinástica, gira a un enfoque más global. Primero el protagonista es el expansionismo de Luis XIV -persiguiendo esa gloire que da título al libro- a costa de los Habsburgo, siendo sustituido por el surgimiento de Prusia como potencia, para terminar con esa gran traca final que supusieron las guerras revolucionarias y las campañas de Napoleón, otro buscador de gloria y creador de viudas.
Para terminar, el autor resume el período en una conclusión doble, dejando al lector que elija: desde el punto de vista optimista -progreso material, Ilustración- frente al pesimista, tanta sangre derramada en guerras y revoluciones alivió muy poco el sufrimiento de la mayor parte de la población.
Un punto a favor de este tratado es que el autor, profesor en Cambridge, no es anglocéntrico en absoluto, dedicando más espacio a los países centrales: Austria-Hungría y ese galimatías que más tarde se convirtió en Alemania. De hecho, la parte del libro que para mí ha sido más novedosa -donde he aprendido más cosas- es el capítulo donde describe la organización política del Sacro Imperio Romano (ni sacro, ni imperio, ni romano, según el gran Voltaire).Estoy muy satisfecho de haber leído “La búsqueda de la gloria”, libro que recomiendo a quien guste dela Historia como fuente de entretenimiento. Bien escrito, ameno sin perder rigor por ello, resulta muy útil para compararlas políticas, promesas y errores de un pasado no tan remoto con los del presente. Quizá dedica demasiada atención a la política, objeto tradicional del estudio histórico, pero no me quejo, pues las batallitas son de lo más entretenido, aunque todas las campañas del siglo tuvieron bien poca repercusión en la vida de la gente.
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