Probablemente la novela que más tiempo me ocupó leer durante el año pasado, y que más placer me produjo, fue la trilogía de Ramiro Pinilla. Reproduzco aquí la reseña que apareció en mi sitio estático el 20/8/2007...
Ramiro Pinilla: Verdes valles, colinas rojas.
De cómo en Vizcaya surgió el hierro, enloqueció a algunos hombres y transformó a todos, a pesar de las antiguas tradiciones. Contado en forma de monumental novela.
Vol 1: La tierra convulsa
La lectura de "Verdes valles, colinas rojas" es una empresa exigente en tiempo y esfuerzo, una tarea que probablemente llevará meses. Por tanto, es más lícito que nunca plantearse la pregunta: ¿valdrá la pena emprender tan larga tarea?
Más aún, cuando el contexto de la novela se puede definir como "la historia reciente del País Vasco", incluyendo menciones abundantes al PNV. Como nativo de una región de España carente de hecho diferencial, sin intereses centralistas siquiera, he de confesar que cuando leo un periódico, siempre me salto la obligatoria sección de política vasca (larga es la sombra de ETA, y cuánto periodista se iría al paro sin ella) y, en cuanto a televisión y radio, es el momento de conmutar ese bonito interruptor a la posición de off. La saturación informativa, constante desde que tengo uso de razón, además de llevarme a conocer más nombres de cargos del PNV y de HB que de los partidos de mi tierra, y más aldeas de Guipúzcoa que de mi propia provincia, ha conseguido desinteresarme casi del todo de lo que ocurra en esa infortunada tierra.
A pesar de todos mis prejuicios y temores, amable lector, afirmo que "Verdes valles, colinas rojas" supera totalmente las lógicas prevenciones iniciales -longitud, temática- y la recomiendo sin reservas.
"Verdes valles..." obtuvo el Premio Nacional de la Crítica en 2005 y el Premio Nacional de Narrativa en 2006, dos de los pocos galardones respetables que quedan en este país.
Resulta complicado resumir una obra tan ambiciosa, que da forma a un mundo rico y complejo, que aunque trasunto de un paisaje y unas gentes bien reales, tendría perfecta consistencia como una construcción totalmente imaginaria. Situada en un espacio geográfico muy reducido, el municipio de Getxo, con algunas incursiones al otro lado de la ría del Nervión, temporalmente cubre los años de despegue de la industria pesada vizcaína -siempre el hierro, minas y altos hornos-, hasta su declive durante la crisis de los 70: prácticamente un siglo. Como cumbre trágica, la caída del frente de Bilbao durante la Guerra Civil.
La novela puede interpretarse como la lucha entre los hombres de madera —los campesinos, la tradición, un tanto falsaria, basada en el folklore y en la pureza simbolizada en los caseríos— y los hombres de hierro, representantes de la industrialización y el progreso económico que enriquece a algunos, destruye el paisaje y lo llena de extraños, venidos de tierras lejanas y portadores de ideas destructivas. Pero pronto veremos que la situación es más compleja, pues al eterno conflicto tradición-modernidad se le superpone el no menos viejo enfrentamiento entre ricos y pobres, formando un tablero de juego de cuatro esquinas, hacia las que se aproximan los personajes principales:
El cacique tradicionalista, clerical, está representado por la marquesa Cristina Oiaindia. Nacionalista sabiniana, hipócrita consumada, manipuladora, sus principales víctimas acaban siendo sus hijos. Empeñada en que la esencia del alma vasca no desaparezca de entre sus aparceros y arrendatarios, sin embargo establece contacto por matrimonio e inclinación con la burguesía industrial, culpable de convertir Vizcaya en un paisaje quemado de minas de hierro y altos hornos, poblándolo de maketos ignorantes de las verdaderas tradiciones.
El mundo del campesinado toma cuerpo en la novela en la familia Altube, del caserío Altubena —detalle éste muy importante—, aunque también muchas familias de los caseríos de Getxo, presentes desde tiempos remotos juegan un papel importante: los Larreko, Etxe, Ermo... Aunque humildes, tardan más en abandonar las viejas costumbres que sus "mayores". Muy conservadores, el signo de los tiempos les hace vulnerables a la contaminación por los postulados del movimiento obrero.
En torno a ese cuadrilátero madera-hierro, ricos-pobres se construye un mundo mucho más complejo: también aparece una encarnación del Mal, sin escrúpulos, debilidades ni tan siquiera nombre, Ella; los descendientes de Cristina Oiaindia, víctimas de una locura provocada en gran medida por los manejos de su madre, y el sustrato mitológico, siempre presente, desde que los 48 fundadores salieron del mar en el principio de los tiempos con forma de bichitos verdes y se convirtieron en los 48 fuegos cuyos patriarcas, los jauntxos, legislan bajo la copa de un gran roble. La pureza del pueblo vasco está socarronamente representada por los Baskardo de Sugarkea, familia que desprecia los inventos modernos (la rueda, por ejemplo) y sigue procreando dentro del mar; las tradiciones rigurosamente defendidas, por el mágico catafalco que sirve de mostrador en una taberna, causa de las páginas más divertidas de la novela.
3 comentarios:
Pues ayer me compré el primer volumen, que llevaba tiempo interesado por esta obra (me apetece un novelón de este calibre), y tu post me la ha recordado.
No he querido leer completo lo que escribes, por no destripar la trama. Ya hablaremos de ella.
Gracias por el recordatorio.
No te arrepentirás, es muy buena.
Siempre procuro no desvelar casi nada de la trama, sólo lo mínimo para despertar la curiosidad del lector. En este caso, daría casi lo mismo ya que la propia estructura de la novela -no es lineal en absoluto- pronto desvela la situación de los personajes décadas más tarde.
Ahora estoy con otra novela de Ramiro Pinilla, "La higuera", también en el mundo de Getxo y compartiendo algunos personajes. Me está encantando.
Estoy de acuerdo contigo. Esta trilogía debería ser reconocida como una obra maestra, y Ramiro Pinilla, a pesar de ser uno de los autores más reconocidos del País Vasco, no lo ha sido tanto por el resto. Después de leer tu reseña, he decidido que ya me toca leer el tercer libro. No hay que dejar nada a medias, y menos algo como esto. Gracias.
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