5 de julio de 2009

Detective de novela negra en Getxo

Ramiro Pinilla
Sólo un muerto más

Tusquets.
Barcelona, 2009.
274 páginas.


Se publica otra novela de la serie de Getxo, un universo tan bien construido en la trilogía Verdes valles, colinas rojas, de la que no es la primera derivación, pues hace un par de años se publicó La higuera, una narración, al igual que ésta, situada en la posguerra y protagonizada por personajes ya presentados durante la trilogía, donde representaban papeles muy secundarios.

Ramiro Pinilla desarrolló un mundo tan completo, con su mitología propia, personajes y tragedias, pero bien anclado en la Historia, que es de agradecer que lo aproveche como marco de otras novelas que, aunque de ambición muy distinta, podrían considerarse como episodios de la narración más extensa. También las disfrutarán lectores que no hayan pasado antes por Verdes valles..., pero les faltará el conocimiento de ciertos antecedentes que, sin ser necesarios en absoluto para la comprensión de la trama, sí proporcionan un placer adicional. Pongo por ejemplo el de uno de los personajes de Sólo un muerto más, Etxe, que todos los amaneceres recorre la playa buscando objetos abandonados por la mar, siguiendo una tradición familiar que se pierde en la noche de los tiempos. Si además conocemos la que se montó el día que un antepasado suyo encontró un catafalco de madera y pidió ayuda a un tal Larreko para sacarlo de ahí con su yunta de bueyes, mucho mejor.

Sólo un muerto más tiene un aire ligero y divertido, equivalente a algunos pasajes de Verdes valles... . Su protagonista, el librero y escritor de pésimas novelas de detectives Sancho Bordaberri, el mismo día que tira al mar su último fracaso y decide no volver a intentarlo, reflexiona sobre un crimen sucedido en Getxo poco antes de la guerra. Tan vivas y tan buenas surgen las frases y las páginas, que decide olvidarse de escenarios exóticos e investigar el crimen, con la intención de novelarlo: Raymond Chandler y Philip Marlowe, o Dashiell Hammett y Sam Spade, en la misma persona. Adopta un nuevo nombre, Samuel Esparta, sustituye la boina por un sombrero americano, y se pone manos a la obra, ante la mirada, primero incrédula y después entusiasmada, de su secretaria Koldobike, encantada de pasar a trabajar para un detective privado.

Madrid, marzo de 2009


El crimen que decide investigar, ya mencionado en Verdes valles..., es el encadenamiento de los gemelos Altube a una roca, esperando que la subida de la marea les ahogase. Murió uno de los dos; y aunque mala gente, nadie en el pueblo aprueba una muerte tan cruel. Sancho/Samuel intenta seguir las pautas propias del género: interrogatorios, rubias despampanantes (aquí Koldobike ayuda tiñéndose el pelo y vistiendo una falda muy provocativa para el año 1945), y alguna paliza que otra, pero no se puede olvidar que vive en un pueblo donde todos se conocen, y que su madre y su hermana viven pendientes de él y de que coma el potaje diario.
Como nota esperpéntica, la aparición de un falangista y poeta cargante, que se convierte en su sombra, tratando de aprender a escribir sin adjetivos rimbombantes de relumbre imperial. Como no voy a destripar el argumento de una novela de detectives, aquí lo dejo.

Ramiro Pinilla trata con mimo a sus personajes, a pesar de esos años horribles de posguerra, crueldad y violencia. Sólo un muerto más es sobre todo una novela dialogada, de conversaciones e interrogatorios, donde destaca el empeño quijotesco de investigar la muerte de un solo hombre, cuando poco después murieron por miles, sabiéndose de sobra quiénes fueron los asesinos, pero sin posibilidad de hacer nada por castigarles o al menos restituir a las víctimas. En eso, en el año 2009 así seguimos...

Para concluir: se trata de una novela corta, entretenida, bien escrita, con el atractivo añadido de que conecta con otras obras de un autor que tiene cosas que contar y las cuenta magníficamente.
Mi ídolo Roque Altube tambíen aparece en Sólo un muerto más, aunque solamente durante unas pocas páginas. Lo suficiente para apagar la sed de noticias de un fan como yo.

No hay comentarios: