A mediados del siglo XIX, el abastecimiento de agua de la capital de España seguía el modelo medieval: unas cuantas fuentes, unos aguadores repartiendo agua, y todos a hacer cola y a enfermar de la plaga de la temporada. El siempre benemérito Estado, viendo la pinta que tomaba la cosa (huelga decir que fuera de Madrid no miraban mucho), decidió pulirse los millones en construir una buena traída de aguas. Llamaron al proyecto "Canal de Isabel II", por el bicho malo que reinaba por entonces, y hay que decir que algo debieron de hacer bien, porque el agua del grifo está mejor que la mayoría de las aguas minerales. Claro que ahora otro bicho lo quiere privatizar... en fin, no quiero emporcar el blog con esas mierdas.
Un efecto secundario es que dejaron la sierra N y E de Madrid llena de embalses, canales, acueductos, sifones, almenaras y demás obras, que, con el paso de los años y gracias a que son anteriores al hormigón armado, adornan un poquillo el paisaje.
El paseo de hoy está sacado del blog de mi amigo Juande, y está indicado para el típico domingo vago en que no apetece ni madrugar, ni pasar demasiado tiempo en el coche, ni subir grandes cuestas: se ventila en dos horas, se contempla un bonito paisaje, y a casa a comer.
El recorrido, sencillote, comienza y termina en las afueras de El Espartal, una aldea a unos 45 km de Madrid. El punto de comienzo y final es fácil de encontrar: uno de los acueductos del Canal, construido en 1852. Subimos por una garganta hasta llegar al camino de servicio del Canal del Atazar, seguimos un rato por él hasta el Sifón de Aldehuela, y luego bajamos al lado del Canal Bajo de Madrid, con sus acueductos y tuberías.
Datos medidos con el GPS:
- Distancia recorrida: 8,54 km
- Tiempo en movimiento: 1h 40'
- Tiempo parados: 28' 08''
Para terminar, un detalle de la tornillería que consigue que llegue un agua tan rica hasta mi grifo...
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