En estos tiempos de crisis de la prensa escrita, yo cada vez leo más: me suscribo a revistas, exprimo el Google Reader, y últimamente, gracias a la combinación entre Longform y el Instapaper, me pego el gustazo de devorar lo mejorcito de la prensa internacional. Eso sí, leo muy pocos diarios, sobre todo los españoles: esa combinación de no-noticias, escritura chapucera, veneración monárquica y sectarismo de uno al otro confín me tienen muy harto. Mi género favorito son los artículos de larga extensión, bien investigados y contrastados y con una calidad resultado del filtro puesto por un editor exigente: The New Yorker es la referencia, aunque hay mucho más por ahí. Como uno no se puede suscribir a todo, más por tiempo que por dinero, conviene tener un par de criterios primero para encontrar material, y luego para decidir qué leer.
Para lo primero, además de un par de revistas de referencia, está Longform: un sitio web que se encarga de publicar enlaces a artículos largos... justo lo que estaba buscando. Combinándolo con aplicaciones de lectura offline como Instapaper, no se puede hacer más cómodo y agradable.
Para lo segundo es muy útil tener una lista de periodistas a los que seguir. En lugar de fiarnos de recomendaciones hinchadas (esos "mitos" cantamañanas propios de país aislado y atrasado) podemos leer su trabajo y juzgarlo por nosotros mismos, y hay algunos realmente fuera de serie. Esta es mi lista particular:
- Jon Lee Anderson: hace algunos años, en un kiosko de aeropuerto compré su libro The Fall of Baghdad. Desde entonces, devoro todo lo que escribe, sobre todo en The New Yorker. Un corresponsal de guerra que investiga en los orígenes de los conflictos para que sus lectores podamos tener un poco de conocimiento de lo que se cuece por debajo de tanta memez estilo "corresponsal empotrado" y "efecto colateral".
- James Fallows: escribe en The Atlantic desde hace décadas. Muy buenas sus crónicas desde Extremo Oriente (ha vivido muchos años en China y Japón), y muy sana su animadversión por la falsa equivalencia tan cómoda, y tan de moda últimamente (unos dicen mil manifestantes, otros un millón, y yo no me molesto en contarlos).
- John Jeremiah Sullivan: no comprendo cómo ha podido pasar tanto tiempo sin que cayera en mis manos nada de este hombre. Gracias a esta página de Greatest Hits, he podido disfrutar de unas crónicas en las que el periodista se implica con los protagonistas, llegando a unos resultados frecuentemente opuestos a los prejuicios iniciales. El fin de semana que pasé devorando sus artículos me dio la idea de escribir esta lista, para compartir tanto buen hallazgo.
- John McPhee: probablemente el culpable de que me entrase la fiebre por el reportaje larga duración. Su crónica de un tren de carbón cruzando Estados Unidos (disponible aquí para los suscriptores: suscríbanse, vale la pena) fue mi primer contacto con esta clase de escritura, aunque como reportaje mítico, el que escribió sobre la marina mercante: en tres partes, de extensión similar a un libro mediano, y de lectura obligatoria para todo aquel que, viviendo tierra adentro, tiene algo de interés por el transporte marítimo.
- Robert Fisk: periodista británico, escribe en The Independent y es un archifamoso corresponsal en Oriente Medio, donde lleva más de treinta años. Al contrario de la mayoría de sus congéneres, en lugar de la simplificación "Irán = los malos", tiende a hacer un rápido recuento de las putadas que los ingleses han infligido a ese desgraciado país.
- Enric González: actualmente escribe en El País, para quienes ha sido corresponsal en medio mundo, aunque yo empecé a fijarme en su firma cuando escribía una columna de crítica de televisión donde hablaba de todo, también de la tele. Un ejemplo, escrito justo antes de que le desterraran a Beirut.
- Michael Lewis: autor de grandes reportajes, por lo largo y por lo bueno, en Vanity Fair. Para saber por qué me gusta tanto, no hay más que invertir media hora en leer su crónica del desastre financiero islandés.
- William Langewiesche: la lectura de The World in its Extreme, un largo y magnífico reportaje sobre el Sahara, bastó para convencerme de que vale la pena seguirle. Durante muchos años en The Atlantic, ahora es corresponsal internacional para Vanity Fair, buenas revistas ambas. Una larga lista de lecturas bien enlazadas para un cómodo acceso se puede encontrar en la Wikipedia.
- George Saunders: sobre todo escribe ficción (larguísima lista de relatos en el archivo de The New Yorker) pero cuando encuentro algún reportaje largo lo disfruto por su magistral uso de la ironía. Ejemplo inmejorable: The New Mecca, sobre el Dubai pre-crisis.
- Joris Luyendijk: antropólogo holandés, se mete a periodista especializado en Oriente Medio, aunque sigue pensando que quizás debería ponerse a estudiar las tribus de Sumatra. Se me hace la boca agua sólo de pensar en este libro, así que a la lista de próximas lecturas que va.
Le descubrí leyendo su genial blog sobre los trabajadores de la industria financiera en Londres, donde entrevistaba a víctimas y verdugos: un estudio que ya me habría gustado ver en este país tan triste donde habito, periodísticamente hablando.
Roma, septiembre de 2011. Uno de los destinos de Enric González |
Tengo el propósito de actualizar esta entrada según vaya descubriendo periodistas dignos de mención, aunque quede sepultada en las entretelas del blog: en todo caso, quedará como referencia. También se agradecen sugerencias en los comentarios: seguro que mis lectores conocen muchos más periodistas, tan buenos o mejores que los de la lista.
2 comentarios:
Además del New Yorker no te olvides del Play Boy (hablo de sus artículos, no de sus tetonas) y el Times Literary S.
Del Playboy se aprovecha todo, menos los andares :)
Otras revistas que suelen publicar unos reportajes insospechadamente buenos son Wired o Rolling Stone; y luego están las que usan el pretexto de la reseña de libros para publicar unos ensayos tremendos. Estuve suscrito durante un año al London Review of Books (estilo Times Literary S.) y aquí en España estaba la Revista de Libros. Según he oído la retirada de apoyo financiero por parte de Caja Madrid/Bankia ha supuesto su final.
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